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Pepe Monzón en su amanecer motero “con la sangre al galope”

03 de Mayo de 2020

Pepe Monzón en su amanecer motero “con la sangre al galope”

Pepe Monzón: “Motero una vez, motero para siempre. He vivido y disfrutado de las dos ruedas con tanta intensidad, desde muy jovencito, que no me obsesiona el no tener moto ahora”.

 

El refranero español es tan extenso como certero, y ese que dice que "dónde hubo fuego, siempre quedan rescoldos", nos viene al pelo para hablar de Pepe Monzón, el responsable de "La Ventana Al Pasado", una deliciosa sección que, semana a semana, recupera la historia de los legendarios pilotos canarios de “Motorismo”, como se conocía al motociclismo deportivo en aquellas décadas.

 

Lo extraño hubiera sido que Pepe Monzón no hubiese visto su infancia vinculada con el mundo de las motos, en particular, y del mundo del motor, en general. Desde pequeño lo mamó. En el garaje de su casa, pasó de arrastrarse por el suelo a subirse a los “cacharros” que llenaban el garaje de su casa, en el arco de La Atalaya de Santa Brígida.

 

Aytami Alonso, Pepe Monzón, Prisco Crespo, Javier Delgado (En pié)

Flavio Alonso, Agustín Hernández, Francisco Tadeo, Luis Monzón y Óscar Gayoso (Agachados)

 

Su padre, Pepe Monzón, y una familia que daba en los análisis de sangre “Súper98”, le inculcaron la pasión por el motor y el amor por una historia que forma parte indisociable de la cultura de Canarias. De hecho, su inquietud y conocimiento sobre el tema, que también le llega por la familia política, fueron los estímulos que necesitaba para decidirse a plasmar, negro sobre blanco, una indispensable referencia enciclopédica titulada: "Motociclismo en Canarias 1954 - 1967", el “vademecum” de la historia del nacimiento en Canarias del motociclismo de competición.

 

"Un libro que se realizó con el único objetivo de homenajear la figura de un numeroso grupo de intrépidos  motoristas en los que se encuentra mi padre Pepe Monzón que, con su tenacidad y afición a las dos ruedas, escribieron las primeras páginas de la época de “blanco y negro” del motociclismo en nuestro archipiélago", aseguraba Pepe Monzón en la presentación de un libro que sigue aún a la venta (VER INFO). “Una época entrañable donde las Federaciones de Automovilismo y Motociclismo trabajaban casi como una sola Federación, incluso se llegaron a realizar eventos automovilísticos bajo la organización del Moto Club de Gran Canaria; algo que hoy sería impensable", rubricaba este enamorado del mundo de las dos ruedas.

 

Para conocer con más detalle la relación entre Pepe Monzón y el mundo de la moto, “un idilio de juventud y sangre al galope”, hemos querido hacerle una entrevista en la que el autor de “La Ventana Al Pasado” y actual Presidente de la Escudería Drago nos revela algunas vivencias personales en las que su familia, amigos y vecinos de los  “improvisados circuitos” de La Atalaya, dejaron una profunda huella… que aún despierta en cuanto se escucha “el rugir de motores”.

 

Agustín Hernández, Luis Monzón, Aytami Alonso, Santiago, Óscar Gayoso, Toni Monzón, Francisco Tadeo, Fermín Monzón y Pepe Monzón.

 

Dada la tradición familiar, ¿no le quedaba a usted más remedio que aficionarse al  mundo de la moto desde pequeño?

Todos los hermanos, desde que nacimos, estábamos muy vinculados a la gasolina. En casa siempre estaba presente la moto de mi padre, una Honda Goldwing de color verde, y los coches de carreras en el garaje. Como anécdota de esa moto, te puedo decir que recuerdo varias ocasiones, en las que subíamos, desde el Monte Lentiscal, donde nos dejaba la Guagua del colegio, y donde mi padre nos recogía a “los cinco”, y nos llevaba hasta nuestra casa en el Arco de la carretera de La Atalaya. ¡Qué tiempos!

 

¿Cuáles son sus primeros recuerdos vinculados con una moto?

Pues mira, recuerdo que siendo muy pequeño, quizás con 10 añitos, vivíamos cerca del Colegio Jaime Balmes y teníamos un amigo, “Santi Arencibia”, que se paseaba en el campo de fútbol de tierra del colegio con una Montesa Cota 25 y los niños del barrio jugábamos a correr detrás, y al que conseguía tocarlo, se ganaba la experiencia de poder montar en ella un ratito. Te puedes imaginar la foto, todos los niños corriendo detrás de aquella moto. ¡El premio justificaba el esfuerzo!

 

 

En aquella época, ¿era la moto el vehículo hacia la libertad?

Sí, por supuesto. Nosotros vivíamos en La Atalaya de Sta. Brígida, y era fácil salir a la montaña por terrenos y fincas en los alrededores de casa. Éramos muy pequeños y no teníamos carnet así que evitábamos todo tipo de carretera general de asfalto… ¡casi siempre!

 

¿Qué motos había en casa? ¿Con qué modelos se inició como motorista?

Nosotros, por la vinculación familiar con Salón Mercurio, estábamos predestinados a tener Derbi o Bultaco. Mi primera moto fue una Derbi Diablo de 49cc., igual que mi hermano el pequeño “Luis”, que necesitaba siempre un bordillo o una piedra para poder montarse en ella. Pero eso sí, una vez encima, iba “como una moto”, nunca mejor dicho. También mi hermano Fermín, el más pequeñito, que tenía una Bultaco Chispa.

 

 

Se hicieron numerosas carreras entre nosotros en el solar del al lado, pero ya algo más serio, si se puede decir así, fue el I Motocross La Atalaya, que tuvo lugar en los terrenos de “Silfredo”, y posteriormente el I Motocross El Madroñal, en unos terrenos anexos al Club del Tribunal. Muchos años después, participé en las 4 Horas de Resistencia de MercaLasPalmas, allá por el año 1986, haciendo equipo con mi amigo “Juanito Wernicke”. Ambos con una Kawasaki Z900 de serie a la que sólo le pusimos dos gomas nuevas. Quedamos últimos, y la causa fue que en uno de los relevos, cuando me tocó a mí salir de boxes, no me di cuenta que la llave de gasolina estaba cerrada -había que hacerlo así al repostar, para que no se encharcaran los carburadores- y tuve que recorrer todo el circuito empujando aquella mole hasta los boxes. Se descubrió el problema y pudimos terminar, aunque muy descolgados en la clasificación.

 

 

Sobre aquellas máquinas, ¿qué recuerdos le quedan?

La Derbi era muy divertida y hacíamos de todo con ella. Llegó un momento que por mi corpulencia y peso, ya no daba más de sí, y se vendió para sacar una Bultaco Matador 250 Mk5 de segunda mano, en Salón Mercurio. Eso sí que era bestial y aprendí a hacer muchas locurillas con ella. Sobre todo la sensación de llevar algo tan potente con solo 14 años… ¡Algo así no se olvida nunca! Me acuerdo que tenía que ayudar a poner en marcha la moto a mis amigos que venían a casa a montar por la enorme compresión que tenia, y que si no llevabas cuidado, te podía romper la pierna. No era una moto barata en aquella época, pero mi padre tenía unas condiciones y forma de pago especiales por ser mi tía Milagrosa Monzón la gerente de Salón Mercurio, cuando estaba aún en la calle Canalejas de Las Palmas de Gran Canaria.

 

¿Llegó un momento que las motos y usted tomarón caminos diferentes?

Bueno, estuve muchísimos años conduciendo motos hasta que me fui en 1985 a estudiar a Alemania, a Munich concretamente,  y tuve que vender mi Honda CB400N. En aquella época, iba y venía por temporadas, hasta que finalmente, en 1988, me quedé en Munich a trabajar. Aunque cada vez que volvía de vacaciones, un par de veces al año, cogía la moto de mi padre, que en los años 90 era una Honda Shadow VT 600, tipo chopper.

 

En 2010 presentó el libro “Motociclismo en Canarias 1954 – 1967”. ¿Cuánto tiempo de trabajo le llevó el libro? ¿Le supo volver a rememorar y/o anhelar aquellos inicios sobre dos ruedas?

Estuve unos dos años y medio de intensiva investigación, recopilando información en los periódicos y artículos de aquellos años 50 y 60 en la Hemeroteca del Museo Canario, ¡mi segunda casa! Y paralelamente, tenía un duro trabajo de campo para localizar los domicilios de la mayoría de pilotos y poder conseguir el material fotográfico necesario, que posteriormente había que escanear y mejorar, la mayoría de ellas, con photoshop. Después, ordenar más de mil fotografías en sus respectivas modalidades de Subidas, Circuitos, Rallyes, Vueltas y Kilómetro Lanzado.

 

Rememorar y sacar a la luz esta valiosa documentación, era algo que alguien, “algún loco por el mundo del motor”, debía hacer para homenajear a todos los pilotos, mecánicos, concesionarios… y a mi padre, que tanto dieron en aquellos gloriosos inicios del motociclismo en Canarias. Era algo que la historia honradamente los debía.

 

 

Tras la presentación del libro y después de acudir a un sinfín de eventos moteros seguro que en algún momento el gusanillo de la moto ha vuelto a intentar seducirle… ¿No ha sucumbido al hechizo?

En realidad nunca se ha ido, “motero una vez, motero para siempre”. Pero he vivido y disfrutado de las dos ruedas con tanta intensidad desde muy jovencito que no me obsesiona el no tenerla. Pero la idea siempre vuelve, como los turrones por Navidad. Estuve a punto de sucumbir al hechizo en el 2008, pero llegó la maldita crisis, y preferí ser cauto. No me equivoqué, porque fueron momentos difíciles para todos.

 

Si tuviera que elegir, ¿Le tiraría más la tierra o el asfalto? ¿Con qué moto o motos se  quedaría?

Me gustan las dos, pero yo creo que me quedaría con la tierra, es muy divertida. Sobre todo cuando te inicias como niño en esto de las dos ruedas, porque aprendes muchísimo y te servirá de escuela para continuar de mayor en cualquier tipo de terreno. Habilidades que aprendí en tierra y que me sirvieron cuando conducía en asfalto. Si la moto deslizaba o te hacía un extraño, no entrabas en pánico y la corregías. Si hoy pudiera tener la Bultaco Matador 250 – Mk5, sería muy feliz. Pero si me dieran hoy a elegir me iría alguna de las maxitrail del mercado; BMW 1200 GS o Triumph Tiger 1200.

 

Dada la tradición familiar, ¿ya hay en casa algún aspirante a motorista?

No, ningún aspirante. De todos los nietos, el único que comparte la vena del bisabuelo, abuelo y su tío Luis por la velocidad, es mi hijo Pablo, que le apasiona el mundo de los coches, pero por las dos nunca ha tenido inquietudes o predilección.

 


Javier Delgado, Pepe Monzón y Luis Monzón.

 

Pepe Monzón y su hermano Luis, con la Derbi Diablo, detrás.

 

Pepe Monzón con la Peugeot 49cc de mi amigo Panchi Artiles. Haciamos de todo con la pobre.

 

Mi hermano Luis Monzón con su Derbi Diablo 49cc. Sus primeros saltos en Las Cochineras.

 

Mis pinitos con la Bultaco Matador MK5. Era una auténtica bestia de moto.

 

Pepe Monzón haciendo caballitos con la Bultaco, en la Urbanización "La Cuesta la Grama" - Santa Brigida.

 

Haciendo un caballito con la Suzuki 90 de mi amigo Jorge Quintá en La Cuesta La Grama.

 

 

Óscar Gayoso, Fermín Monzón y Pepe Monzón.

 

 

 
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