Nacimiento del trial mundial y del canario: Historias paralelas

Imagen de portada: Encuentro en el Viejas Glorias 2002 de dos personajes que ya forman parte de la leyenda del trial; Sanmy Miller, padre del trial mundial (actualmente tiene 87 años), y Sergio Bolaños, el padre del trial canario (nos dejó hace unos años. DeP).

Un relato de Feli Santana con fotos de Marcelino Ortega

Los años 60 y 70 fueron pura revolución industrial en la España motorizada. La mayoría de las marcas despegaron y se abrieron hueco en Europa y América. Las motos sacaron esencia y comenzaron a expandirse más allá de las carreteras, abarcando las especialidades deportivas.

El deporte del trial apareció tímidamente en los años sesenta y pronto encontró una cuna de arropo y despegue en el deporte y los campeonatos establecidos. En muchos rincones del país había arrancado con fuerza las primeras competiciones de moto de campo.

En canarias arribó de la mano de la Peña Motorista Gran Canaria, en aquel I Trial San José del Álamo, en el año 1970. Además, las marcas españolas se lanzaron a la conquista del campo internacional, cosechando así sus primeros triunfos mundiales.

Pero la verdadera historia del trial, arrancó en Inglaterra y las motos no estaban aún adaptadas al Todo Terreno. En estas dos versiones de encuentros con el trial primigenio, entenderemos las primeras disputas, las primeras reacciones medioambientales, en aquellos y estos tiempos. La evolución natural de las raíces, la competición. La rivalidad y la picaresca nos dejan las notas de humor de una realidad histórica y perenne.

La versión mundial es un relato de inventiva casera contrastada, la versión canaria fue un hecho real, contada por el personaje en vida. Nuestro reconocimiento a su iniciativa pionera.

Escocia año 1904

George Whitman y Alan tohwer, entre otros motoristas conocidos, se reunían todas las tardes en el viejo Pub de Douglas, al pie de la carretera y en plena campiña inglesa. Entre los vapores del whisky y el humo de las pipas se enzarzaron en una discusión sobre políticas patriarcales y rivalidades personales

¡Señores. Señores, a discutir a la calle! Replicaba el barman, harto de politiqueos y discusiones. Cuando el tono subía a reto y había que hacer desenlace de razones actuaban los líderes más veteranos. Paul Richard, un viejo sargento de la motorizada de su graciosa majestad actuó de juez y propuso un reto para zanjar las porfías.

Una Triumph y una Greeves y algunas Norton aparcadas en la puerta del pub iban a definir la contienda del vencedor. El sargento Paul puso las condiciones. “A las 15.00 horas del lunes, Dios mediante y su graciosa majestad reinante, tomarán la salida en sus motocicletas desde el puente del ferrocarril del rio Maine del Condado de Antrim hasta aquí, la puerta del Pub de Douglas”. Unas 5 millas en línea recta.

Condición única, pueden venir por donde quieran, por la campiña (campo a través) cruzando riachuelos, colinas, o por la carretera comarcal del condado del Ulters, que son unas 15 millas más lejos.  ¡Caballeros! ¡Dense la mano, hasta el lunes y que gane el mejor!

Hace 116 años había nacido. Sin quererlo, el deporte del trial motorizado

Gran Canaria 1976

Camino real de la Culata Tejeda. Sergio Bolaños, trialeando con su Bultaco Sherpa, hacía pocos meses que comenzaba a fomentar las rutas de trial y el todo terreno en Gran Canaria y en esta salida se encuentra con los primeros turistas de andar montañas. Unos señores muy finos y con pinta capitalina, que paseaban también descubriendo los paisajes de Tejeda. Le increpan con reproches.

Alegaban desde un sentimiento entre particular y ecologista, algo así como las primeras etiquetas de un movimiento aun por emerger, pero muy adelantados a su tiempo, obviamente. 

- ¿Usted sabe que por aquí no se puede ir en moto?

- ¿Qué, qué? ¿Quién lo dice? Replicaba Sergio que cuando se ponía nervioso. Sacaba el gangoso

- Verá usted. Esto son vías de caminantes y bestias, le reprochaba el "peninsular" manifiesto por el acento.

- Sergio dice: ¿Qué, qué? ¿Usted de dónde viene?

- De Las Palmas. Replicó.

- Ah, de Las Palmas 

- ¿Y en qué vino de la capital hasta aquí? 

- En vehículo, naturalmente. Lo hemos dejado en la degollada.

- Ah.  Está bien. Entonces, remató la faena con voz alzada y socarrona: ¡En burro. Hay que venir en burro! ¡Recoño! ¡Lo que faltaba!