01 de Febrero de 2017
Cuando la diversión en la carretera se distorsiona poniendo en peligro la propia vida y la del resto de los usuarios de la carretera, existe una visión equivocada de la diversión sobre dos ruedas.
Teniendo claro -hay que ser sinceros- que nuestra sociedad y modo de vida serían otros completamente distintos sin estas complejas máquinas de dos ruedas por las que sentimos pasión, las personas tenemos una capacidad innata para idear malos usos de cualquier artefacto que caiga en nuestras manos.
Conducir a alta velocidad por la vía pública o trazar como si estuvieran en un circuito, es algo demasiado habitual...
Unas cuantas generaciones son las que han disfrutado de la moto en Canarias, desde que nuestros abuelos y bisabuelos, allá por los años 50 consiguieran su primera moto. La moto ha pasado en tres generaciones de ser una propiedad de lujo, a una máquina de uso personal cotidiano muy arraigado en nuestra cultura y modo de vida, siendo además una máquina que proporciona disfrute, libertad y contribuye al desarrollo de las personas.
Incluso practicamos en nuestro tiempo libre alguna de las muchas variantes de aficiones relacionadas con el motor: mecánica, tunning, quedadas moteras, restauración de clásicas, todoterreno, motocross, motos custom. En general aficiones en las que el disfrute se basa en la reparación, mejoras mecánicas, cambios estéticas, conducción, etc.
Hasta aquí hemos nombrado aficiones más o menos pacíficas y que no suelen molestar ni implican peligros ni mal uso de las vías públicas y que incluso pueden catalogarse como manifestación cultural. Pero como decíamos antes, tambien nos sentimos atraidos por esas ideas que nos llevan a hacer un mal uso del vehículo que cae en nuestras mano. Con la moto no podía ser menos, y conducir a alta velocidad por la vía pública o trazar determinadas curvas como si fueran las de un circuito, es algo demasiado habitual.
Y no. No nos referimos a delitos flagrante como organizar carreras ilegales, lo que nos preocupa es el hábito de la conducción deportiva o rápida que realizan una proporción notable de motoristas circulando muy por encima de los límites legales de velocidad, por puro placer. ¿Realmente es necesario hacerlo para disfrutar de la moto?
Pero más preocupante es el seguimiento social, refiriéndonos a la "cancha" que se les otorga en las redes socialas -léase facebook o instagram- con la que, lo apreciemos o no, respaldamos socialmente a los motoristas que persisten en esta actitud arriesgada, rozando los límites de la estabilidad y, por supuesto, infringiendo normas y disminuyendo márgenes de seguridad al circular despreocupadamente por tramos abiertos al tráfico.
Los vemos cada día presumiendo de sus "hazañas" en las redes sociales, sin darse cuenta de que su percepción del peligro ha cambiado con la costumbre de la velocidad. Y realmente nos molesta, y por eso criticamos, que desde algunos círculos sociales se exprese admiración por el amigo que muestra más "temeridad" conduciendo a alta velocidad.
Merece la pena pararse a reflexionar y pensar que si queremos que disminuyan las cifras de siniestralidad, los primeros responsables somos nosotros mismos. ¡Piensa en ello antes de "subir" tu foto rozando rodilla, haciendo un caballito o acariciando el asfalto con la mano!