01 de Octubre de 2023
Lo recuerdo perfectamente. Tenía 15 años, había quedado con mi padre para ir a comprar mi primera moto (en realidad un ciclomotor, una Puch Cóndor). En la plaza en donde esperaba había un kiosco de prensa. Me acerqué al expositor, vi el Motociclismo, y lo compré. Ojeando la revista me encontré con el anuncio de una marca y modelo que no conocía, la nueva Rieju RV50 (menos de media página, pero a color, y se anunciaba como el primer ciclomotor refrigerado por agua en nuestro mercado). Fui a la cabina de teléfono que estaba al lado y llamé a la oficina de mi padre. Resultó que conocía al concesionario de mi ciudad y encima estaba muy cerca de donde habíamos quedado.
Sí, sí, he dicho cabina de teléfono. Por si no te habías situado todavía, todo esto ocurría en el año 1985.
Lo de comprar revistas empezó unos meses antes. Dando una vuelta con la Orbea BMX de mi primo, haciendo el burro sin ninguna clase de protecciones por los terraplenes de una obra cercana a la zona en donde veraneábamos (si vieras lo que hay ahí ahora no te lo creerías). Entre una y otra cabriola, decidí que quería una moto. No tenía una idea clara de lo que representaba eso, fue como un relámpago que cruzó mi mente. Y digo relámpago y no rayo, porque aquella ocurrencia, sin ninguna base, ni conocimiento previo, o referente personal conocido, tenía todas las papeletas para no tocar tierra ni remotamente. Pero, como con el paso de los años he ido descubriendo, a las ideas más peregrinas e inesperadas debo mis mayores logros y satisfacciones.
Y como necesitaba información, ya no recuerdo si esa misma tarde o a los pocos días, empecé a comprar revistas de motos. Uno de mis tíos compraba muchas revistas de coches, y tenía posters de motos en su habitación. Eran todos del Solo Moto, quizás por ser él de Barcelona. Cosa que muchos años más tarde descubrí como posible causa de su predilección. Así que si quería saber algo debería empezar por comprar alguna revista de motos. No había más.
recorriendo la ciudad para conseguir un ejemplar agotado
Empecé comprando unas y otras. Nunca fui subscriptor, siempre me atrajo el ritual de ir a buscarla. A veces recorriendo la ciudad para conseguir un ejemplar agotado ya en mi establecimiento habitual. Otras veces en grandes almacenes o aeropuertos (que además de tener un sabor especial venían a ser auténticos empachos pantagruélicos por aquello de ver expositores tan grandes y rebosantes). Pero en realidad, en casi todos estos años de lector de revistas (37 para ser exactos), salvando los periodos en los que he vivido fuera de mi ciudad natal, he comprado casi siempre en el mismo kiosco. El kiosco de mi barrio, en donde he visto evolucionar no solo el local, sino también el panorama editorial.
En la época del instituto, de mi primera moto (ciclomotor), de mi primera pandilla de amigos aficionados a las motos (que eran muchos, aunque pocos disfrutaran de la “bula paternal” para poder tener o siquiera montar en una), empecé a vivir los debates sobre preferencias entre una y otra de las dos grandes revistas de nuestro país. Podías ser del Motociclismo o del Solo Moto, como podrías ser del Real Madrid o del Futbol Club Barcelona…o, para ponernos en situación, de Honda o de Yamaha (lo de Montesista o Bultaquista no tuve edad para disfrutarlo). Vamos, que no solo consumías el dinero que te dejaban en casa para el desayuno en la revista de la semana (porque se editaban todas semanalmente o como mucho quincenal o mensualmente), sino que podías consumir el tiempo entero del recreo, y hasta los primeros minutos de la siguiente clase, debatiendo lo que leíamos en unas u otras revistas.
Con mi paga semanal no podría comprar todas
También recuerdo perfectamente que un día de instituto, cansado de no saber a qué opinión de alguno de mis amigos dar más crédito, decidí que tenía que proponerme comprar y leer (de cabo a rabo) todas las revistas de motos que pudiera. Con mi paga semanal no podría comprar todas, pero como el Motociclismo tenía más fotos en color y una maquetación que me pareció más atractiva que la del Solo Moto…al final me fidelicé con la primera. Estética, proporciones, sensaciones…algo que también me ha acompañado luego a la hora de definir mis preferencias en cuanto a la elección de mis marcas y modelos favoritos. Nunca me he dejado arrastrar por las prestaciones puras y duras. Leer las revistas enteras, incluido crónicas deportivas, cartas de opinión y hasta los anuncios, se hacía pesado. Pero siempre que me vencía el aburrimiento, me recordaba que terminar de leerlas era una inversión en conocimiento imprescindible. Nunca he soportado opinar sin tener el conocimiento suficiente para sostener un criterio.
Además, las fotos en color luego tenían un fin adicional no menos valioso que la información de las páginas que las acompañaban. Las podías recortar y forrar con ellas carpetas, libretas y libros. Nunca he sido bueno con las manualidades, pero esa tarea me encantaba. Y distraerme contemplando el resultado en lugar de estudiar con el mismo empeño que ponía en leer las revistas…también me gustaba demasiado…
álbumes con las fotos recortadas de las revistas
Incluso inicié una colección de álbumes de aquellos en las que encuadernabas las fotos familiares, pero con las fotos que recortaba de las revistas. Totalmente clasificadas por marcas, segmentos, y hasta modalidades deportivas. Tras esos primeros años, con las distracciones propias de la edad, dejé de recortar y clasificar las fotos de las revistas. Así como también dejé de hacer maquetas de motos…y otras cosas ¿más infantiles? Pero nunca he dejado de leer revistas. Paradójicamente, muchos años más tarde, opinar sobre revistas en una sección de mis RRSS (en un afán por motivar a leerlas y debatirlas) se convertiría en un pasatiempo habitual.
Me gusta mucho leer. Si mi primera afición son las motos, la segunda es la lectura. Leo mucho, leo rápido, leo sobre muchos y variados temas. Y con el paso de los años, según aumentaba mi nivel de conocimiento, así como mi nivel adquisitivo, empecé a comprar TODAS las revistas que se ponían a mi alcance. Nacionales y extranjeras. Sobre todo inglesas. En algún viaje he llegado a comprar revistas que no voy a poder leer (alemanas y japonesas), pero que he disfrutado ojeando. Me da rabia no poder recordar ahora mismo cuando empecé a comprar de manera fija el Solo Moto. Pero fue uno de los grandes hitos en mi trayectoria lectora.
Y es que entonces empecé a disfrutar de contrastar opiniones entre unos y otros periodistas. A diferenciar estilos editoriales. Y, sobre todo, a saber leer entre líneas, a saber interpretar lo que NO se decía. Las sutilezas de unos y otros. Conocí a más periodistas. Y eso me llevó a interesarme no solo por revistas, sino también por libros sobre la materia.
el más que justificado coste de una revista en papel
Muchas veces escucho o leo opiniones acerca de las causas del fin de las revistas de papel. Las que más se repiten son aquellas orientadas a restar credibilidad a las informaciones publicadas. Las que tildan de interesadas a unas y otras editoriales. Pero es que al final, acompañando a todo tipo de datos objetivos, siempre deben haber opiniones personales, preferencias, criterios… aunque estén más o menos influenciados por el deber hacia los anunciantes. Y es que lo que más me ha desconcertado siempre de los lectores de revistas era la exigencia de imparcialidad y, paradójicamente, la beligerancia contra los aumentos de precios de venta. En la época en la que existían las secciones de opinión en las revistas, a cada cambio de precio, los debates eran interminables. Nunca he comprendido por qué cuesta tanto comprender que una revista ha de sufragarse con publicidad y con un precio de venta.
Y así llegamos a la pandemia. Y con ella, de golpe y porrazo, casi todas las revistas que compraba (nacionales y extranjeras) desaparecieron total o parcialmente. Ya había vivido reestructuraciones y cambios de formato. Incluso alguna desaparición. Pero tras la pandemia me quedé casi solamente con el Motociclismo y Solo Moto.
Hoy intento saborear el último ejemplar en papel de Solo Moto. No tengo muy claro lo que vendrá a continuación. Sé que muchos han escrito y escribirán relatos parecidos a este. Pero como el Gran Jaime Alguersuari Sr. diría…ME APETECIA ESCRIBIR ESTO.
Yo sigo leyendo. Sobre motos y sobre otros temas. Revistas en papel (pocas), en formato digital, y libros. Muchos libros. Que también prefiero en papel. Algunas pocas páginas webs y perfiles en RRSS. Recientemente también me informo y disfruto con algunos contenidos en YouTube. No cabe duda de que el formato vídeo aporta una riqueza plástica con la que no se puede competir.
La lectura tiene muchos beneficios terapéuticos.
Y aunque no quiero caer en tópicos y comparaciones. Ni hacer apología de tiempos pasados. No puedo dejar de repetir que leer supone alimentar al cerebro. Ni más ni menos. Significa realizar un ejercicio de abstracción que enriquece a quien lo practica.Tu cerebro entra en un estado meditativo, un proceso físico que ralentiza los latidos del corazón, te calma, y reduce la ansiedad. La lectura en realidad tiene muchos beneficios terapéuticos. Ayuda a tener una actitud más abierta y tolerante. Leer activa nuestro cerebro, nos hace atender a algo más que a nuestras actividades cotidianas. Nos ayuda a comprender el mundo que nos rodea y, en definitiva, nos puede ayudar también a hacernos más felices. Y ya que la felicidad, a día de hoy, se compra a precio de oro, leamos. Porque pueden bastan unas líneas, en el formato que sea, para ayudar a encontrar esa felicidad que anhelamos.
Este bonito párrafo es un extracto de muchos que leí para poder expresar lo que pensaba sobre el placer de leer. ¡No te imaginas lo que he disfrutado intentando explicar esto!
Pero ojo, también valoro y me asombro cuando alguien me visita y me dice “he leído todo lo que se ha escrito en Internet y visto todos los vídeos que hay sobre tal modelo”…¡ostras! ¿todos?...¿en serio?...en cualquier caso seguro que han leído más de lo que yo obtenía en unas pocas revistas. Lo positivo es que eso significa que la gente sigue interesada en obtener información. Y además sigue debatiendo en esas nuevas plataformas sus ideas. Aunque a mi no me gusten mucho, hay que reconocer que tampoco estaba bien que yo estuviera hablando en medio de las clases del instituto.
a los medios digitales aún les queda mucho camino por delante
Creo que la prensa tradicional en soporte físico está más próxima a conseguir esos objetivos que explicaba más arriba. La mayoría de medios digitales actuales tienen muchas carencias todavía. Pero los tiempos cambian y así como la prensa tradicional en formato físico ha de evolucionar y adaptarse, los nuevos medios de comunicación deberían hacer un profundo ejercicio de reflexión y aprendizaje para ser auténticos y dignos sucesores de los anteriores.
¿Aprender de los anteriores? Pues sí. Igual que yo elegí leer para aprender. Leerlo todo, leerlos a todos. El legado que la prensa física tradicional nos ha dejado debería poder conservarse para ser consultado y comparado.
Así que desde este medio digital agradezco a toda la prensa escrita en formato tradicional su trabajo y lo que me han aportado todos estos años. Y a los fans de las nuevas tecnologías les invito a que busquen en internet revistas de papel de otras épocas.
Corría el año 1985. Un teléfono público en un emplazamiento fijo me sirvió para localizar a mi padre antes de que me viniera a recoger. Un anuncio de menos de media página a color en una revista de papel semanal me sirvió para elegir la moto que comprar. El empeño en leer para adquirir conocimiento me permitió aprender todo lo que sé sobre este mundo de la moto que tanto amo.
Se me queda la cara de tonto si lo pienso bien
Hoy en día en un smartphone se pueden hacer cosas inimaginables en 1985 (quizás más inimaginables que el propio smartphone en ese año). Como inimaginable para la gente de marketing de Rieju en esa época serían los esfuerzos y recursos que yo, como Gerente de Yamaha en la provincia de Las Palmas, tengo que emplear para conseguir una decisión de compra súbita como la que yo tuve con 15 años en 1985. Se me queda la cara de tonto si lo pienso bien…ja, ja, ja. No se imaginan lo que gastamos las marcas y concesionarios en comunicación hoy en día para que el potencial cliente te encuentre y te elija ¿gratuitamente para él? Pienso que también es inimaginable (por desconocido) el precio que cada lector digital actual paga hoy por aquello que cree que es gratis. Los tiempos cambian y con ellos las formas de transacciones con valor económico.
Pero también inimaginable era el camino que me iba a llevar a recorrer aquel relámpago que cruzó mi mente en 1985 para hacerme pensar que me quería comprar una moto.
Gracias a la moto he descubierto una manifestación cultural en torno a ella, he conocido a muchísima gente, he disfrutado de miles de experiencias, he conocido a mi actual esposa, y, gracias a mi empeño en formarme leyendo, hasta me he forjado una carrera profesional en torno a las motos.
decido celebrar los años vividos disfrutando de Solo Moto
Octubre de 2023, este mes no estará Solo Moto en el kiosco. Pero no, nada de dramas ni lamentaciones, hoy solamente ME APETECIA ESCRIBIR ESTO para compartirlo con quien le apetezca leerlo, para que lo podamos hablar si nos encontramos, si no ya en el recreo, en dónde sea. Hoy decido celebrar los años vividos disfrutando de Solo Moto, y me voy a la cama ilusionado con los próximos relámpagos que crucen mi mente y los lugares a los que esos pensamientos me lleven. Porque como con el paso de los años he ido descubriendo, a las ideas más peregrinas e inesperadas debo mis mayores logros y satisfacciones.