17 de Diciembre de 2020
El aumento de accidentes graves y mortales que golpean a los usuarios de las dos ruedas no han hecho más que crecer en los últimos años, a diferencia de la disminución experimentada por otros tipo de conductores. De hecho existe un riesgo 17 veces mayor de fallecer viajando en moto que en turismo, por kilómetro recorrido. Solo en ciudad es 32 veces más arriesgado que viajar en turismo; 4 veces más que hacerlo en bici; 3 veces más que ir a pie y 450 veces más que en autobús, según datos del estudio “Safer City Global Benchmarking for Urban Road Safety” de la OCDE.
En caso de siniestro con otros vehículos implicados, el motorista –tenga o no responsabilidad en el accidente– suele ser el que sufre los daños más graves. Estudios de biomecánica aseguran que los motoristas están sujetos a aceleraciones y desaceleraciones considerables; sus motocicletas no cuentan con una zona de absorción de impacto y pierden estabilidad mucho más fácilmente que, por ejemplo, un turismo. No hay duda de que el motorista, que no solo impacta con su cuerpo contra el vehículo, sino que lo hace contra el asfalto, tiene todas las de perder.
Sin embargo, las ventas de motos siguen aumentando. En diez años, el parque de motocicletas en España ha aumentado un 38%; mientras que el de autobuses solo un 4% y el de turismos un 12%. A pesar de que la crisis de la Covid-19 provocó una caída del 25% de ventas durante los primeros seis meses de 2020, el comportamiento tras el confinamiento ha seguido siendo sorprendente. Las ventajas que ofrece la moto para la movilidad y que enumera José María Riaño, secretario general de Anesdor, “reducción del tiempo en los desplazamientos, facilidad para aparcar, mayor eficiencia energética y sostenibilidad, bajo coste de adquisición y mantenimiento”, se han sumado a las garantías que aporta como vehículo individual para evitar contagios. “Hemos podido comprobar que tras el confinamiento ha crecido de forma significativa la demanda de motos”, dice Riaño.
El aumento de siniestralidad se debe a varios problemas, pero sobre todo por la falta de formación y pericia para ponerse a los mandos del manillar de una moto. Y es que ésta se va adquiriendo con la experiencia, pero ni siquiera esto es suficiente. Dejando claro que no es la única causa del aumento de la accidentalidad, con una formación adecuada, podría evitar el 90% de los accidentes con responsabilidad del motorista.
Para reducir esta tasa de siniestralidad, la DGT va a poner en marcha algunas medidas
Además de las promesas de legalizar por fin los intercomunicadores en el casco que el propio director, Pere Navarro, reiteró hace unas semanas, este organismo confirma que en 2021 será obligatorio llevar guantes en moto. Con ello se intentaría reducir la gravedad de las lesiones en las manos, una de las partes más frecuentemente heridas en caso de accidente.
Asimismo la DGT estudia impulsar la realización de cursos homologados de conducción segura que permitirían "la compensación de un mínimo de puntos". No se aclara cuántos serían éstos ni si dicho beneficio iría solamente dirigido a aquellos conductores que previamente los hayan perdido en determinados casos.
A estas medidas, más o menos conocidas, se suma la sorprendente declaración del Subdirector General de Movilidad de la DGT, Jorge Ordás, quien confirmó que se está barajando legalizar la circulación por el arcén para las motos: "Se adoptará en zonas frecuentemente congestionadas y en coordinación con el titular de la vía. La velocidad máxima estará limitada a 40 km/h. Con esto pretendemos que las motos no circulen entre los coches, evitando situaciones de riesgo que se puedan crear".
La DGT está ensayando la efectividad de los chalecos con airbag, para hacerlos, al menos, recomendables a la hora de ponerse a los mandos de una moto. El análisis realizado permite a la DGT ser optimista. "Igual que no nos imaginamos un vehículo sin cinturón de seguridad, a medio plazo, tampoco nos imaginamos un motorista circulando sin airbag".