10 de Mayo de 2024
Un relato de David Cabrera
Nos sumergimos en los recuerdos de un adolescente fascinado por las historias de valientes pilotos canarios en una legendaria prueba chicharrera. Años más tarde, en una tarde de celebración familiar, el protagonista, ya adulto y con su nueva motocicleta, se deja llevar por la emoción y la imprudencia al intentar emular a sus héroes en un tramo de carretera. Sin embargo, la realidad pronto lo alcanza en forma de un accidente vergonzoso que lo lleva a confrontar la humildad y la necesidad de aceptar las consecuencias de sus acciones.
El Boquerón.
Mi hermano me llegó a contar algunas historietas y heroicidades de los pilotos canariones en esa prueba chicharrera.
No se cuantos años se celebró, pero fue suficiente para que a un adolescente soñador se le grabara, como solo a esas edades se graban las cosas.
Pasados los años, a mi sobrina le organizaron el banquete de su primera comunión en un local por la zona, no lo recuerdo, y al finalizar el mismo, me monté en mi nueva y flamante RD350LC, ya un chicarrón con 19 años, bastante descerebrado, pero hombretón ya, y me dispuse excitado hacer el tramo emulando a los famosos personajes de las historietas…
El asunto es que me debí contagiar demasiado de los espíritus de ese “templo de la velocidad”, y en la primera curva cerrada que encontré, se me acabó el asfalto, y terminé en vuelo rasante ladera abajo y tangente a la misma, dirección a una huerta de papas recién sembradas del fondo.
El fulano propietario de la huerta tenía tal cabreo, que tuvo su mujer que intermediar para que viniera a auxiliarme y ayudarme a sacar la moto de la huerta.
Por supuesto no me atreví a subir del todo a la carretera general para que mi familia no presenciara tan humillante episodio.