Desayuno dominical: “La magia de la isla encantada”

Una isla inmensa de colores, sabores y paisaje. Una isla nueva que despierta aterida de frio y coloreada de un invierno entrañable, nostálgico. Lluvia que cala una tierra agradecida, que vive con pasión los días de sus estaciones y en las cornisas de los pueblos del interior, los musgos se agarran en sus frentes para sobrevivir a intemperie helada, por que el frío de las Canarias, no es frio es "pelete" que se te va colando hasta el alma y se agarra dentro buscando hogueras que lo saquen.

El primer día de este 2021 fué un clásico más, darle la bienvenida al nuevo inquilino de contrato anual, es una cortesía que repetimos para quedar bien con la memoria. Rodar temprano entre nubes y paisajes de lluvia, entre montañas de verde y bosques que lloran, es pura poesía del rodaje sentir nuestras motos y nuestra vida dentro del equipo, mientras equilibramos el empañe de la luneta del casco y fuera todo se mueve, a la velocidad que deseamos. Ascendemos, lomo a lomo, vaguada a vaguada, curva a curva y entre el pinar y el bosque rincones que han cambiado su marco y ahora nos parecen nuevos. Redescubrir el paisaje rural en una isla encantada de variedades es conectar con otra esencia, la de sentir las carreteras del destino. Cuanta armonía en moto, cuantas sensaciones y miradas, cuantos pensamientos viajan cautivos de un placer inexplicable con palabras.

Descubrir Canarias siempre es una asignatura pendiente y nunca acabada, es tan rica golosina que mimetiza sus encantos, como quien juega al escondite de la curiosidad. La puedes ver y rodar. La puedes sentir y palpar. La puedes comer y patear. Pero nunca dejes de descubrir la otra isla, la del sueño, la que navega tu imaginación. Es la San Borondón mitológica y esta aquí, entre las nubes y el cielo, entre las plataneras y los barrancos, entre los roques y el pastoreo, entre ermitas y pinares, entre plantaciones de papas y trasquilas. Entre puertos azules y blancos e inmaculados pueblos de puertas y ventanas verdes, entre el humo hogareño de las chimeneas y el verde aterido de las trevolinas, entre el sol de los palmerales y los riscos de los ancestros. Cuanto sabor guardan las islas, con sabor a queso y jareas, a escaldón y papas nuevas, a vino y Ron de aldea, tanta riqueza encierra, que en la asignatura de mi vida probaré cuantas pueda.

Hoy rodamos de nuevo por la isla encantada, queremos que en esta comunión espiritual, acercar nuestras riquezas y alejar las malezas para el nuevo año que vuelve a ilusionar, como quien espanta enemigos defendiendo el cerco y la fortaleza de estos castillos encantados de mar y volcán

Deseando un feliz 2021 y redescubrir la esencia de nuestra tierra a través del paisaje rural.