06 de Enero de 2019
Los bolardos (pilonas) se han convertido en un elemento habitual en las calles y carreteras españolas, debido a la seguridad que proporcionan a viandantes y conductores. Y su importancia en este sentido es cada vez mayor aunque es preocupante la escasa implantación de los modelos flexibles, más amigables con los que usuarios de motos y bicicletas, y con los propios peatones.
Los bolardos flexibles están sustituyendo poco a poco -demasiado poco a poco- a los bolardos de metal, granito y otros materiales más pesados, tradicionalmente utilizados para evitar el paso de vehículos a zonas restringidas. Gracias a las innovaciones implementadas por los fabricantes, estos simples elementos de seguridad contribuyen activamente a salvar miles de vidas cada año.
Esta nueva generación de bolardos diseñados con materiales de alta calidad, que cumplen perfectamente con la función de delimitar zonas peatonales o cerradas al tráfico, permiten superar las desventajas de los postes rígidos, los cuales acaban siendo lesivos en caso de caída de motoristas, ciclistas, e incluso para lo peatones, y dañando a aquellos vehículos que se rozan o golpean con ellos, ya sea bien por despiste o bien por la imprudencia del conductor.
Se puede afirmar sin temor a exagerar que los bolardos son un gran aliado de la seguridad vial y salvan vidas, pues impiden de forma eficaz y segura que los vehículos a motor accedan a zonas peatonales, con el consiguiente peligro para los viandantes. Por eso su presencia en las ciudades es necesaria y tranquilizadora.