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II Expedición Impala a Marruecos27 de Octubre de 2009
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Carlos Humet y Edu Cot, integrantes de la expedición junto a Ignacio Guardia, Toni Moltó, Juanma Juesas y Dani Peñalba (asistencia) nos cuentan su aventura.
En 1962 un grupo de motoristas a lomos de tres prototipos de Montesa Impala y un Land Rover de apoyo cruzaron África de sur a norte. Aquella gesta, equiparable al Paris-Dakar actual, tuvo gran repercusión en los medios de la época convirtiendo a sus protagonistas en auténticos héroes.
Hoy en día la Impala es una moto que sigue moviendo pasiones entre los aficionados a las clásicas y genera una nada despreciable actividad social, deportiva y comercial. A Raíz del interés suscitado por su primer viaje por Marruecos el pasado verano a bordo de una Impala, el promotor deportivo Edu Cots, conocido ex piloto de velocidad y hoy acérrimo montesista ha organizado una expedición hasta el corazón del Atlas. Esta hizo coincidir la última etapa y llegada a tona (Vic) con los actos conmemorativos de la Montesada 2009.
Carlos Humet y Edu Cots nos narran su aventura a través de Marruecos: Nador - Midelt
Ya bajando a Errachidia el pantano de Hassan Addakhil controla los devastadores efectos de las riadas del Ziz al tiempo que regula los flujos de agua de la cuenca de Tafilalet, cuna de la dinastia Alauí. Antes de llegar a Erfoud atravesamos los fértiles valles de Oued Ziz, deteniéndonos en Zouala, la llamada "puerta del desierto", para disfrutar del más bello paisaje de todo el viaje, aunque las opiniones están divididas entre los seis integrantes de la expedición. El larguísimo y verde palmeral serpenteando por el abrupto y árido valle y el marcado contraste entre el verde palmera y el marrón rojizo de la tierra rivalizan con el desierto con sus magnificas dunas y el amplio Atlas.
Paramos a comer en el Hotel Kasbahs Xaluca y descansamos en sus excelentes instalaciones. Por la tarde llegamos a la ciudad santa de Rissani, fundada mil años atrás en un fértil palmeral, donde repostamos los sedientos depositos de las Impalas y luego seguimos hacia el desierto de Erg Chebi. Al atardecer divisamos Merzouga y nos adentramos en sus famosas dunas con la puesta del sol. El hecho de tocar arena con las Motos nos causa excitación; algunos atacamos las tremendas dunas con las pequeñas Impalas, que sufren y se hunden en la blanda arena, pero salen airosas gracias a su poco peso. Con la euforia nos olvidamos que se hace de noche y no sabemos dónde está el hotel en el que pensamos pernoctar, uno de los varios que hay enmedio del desierto, pegados a las dunas.
Tras preguntar nos envían en direcciones diversas hasta que damos con una bastante fiable, siguiendo las trazas de los vehículos en dirección noroeste y dejando las dunas siempre a la derecha. Son diez excitantes kms nocturnos por el desierto con la sensación de estar perdido muy lejos de la civilizacion, bajo un precioso cielo coronado por la Vía Láctea perfectamente visible, hasta llegar al confortable hotel con jaimas integradas en el entorno y atendidos por amables y simpáticos bereberes. Merzouga - Tinerhir El paisaje conmueve por la fuerza de sus contrastes en una región semidesértica, llena de oasis con vegetación lujuriosa donde se cultivan rosas para la producción de agua o esencia de rosas. Tinerhir es una importante ciudad, punto de partida a la garganta del Todra y rodeada de una colina con un extenso palmeral, olivos y frutales, que combinan el ocre con las distintas tonalidades de verde y la piedra desnuda del Atlas. Después de comer en un pequeño restaurante un excelente Tajin y mejor pan, descubrimos grietas en los guardabarros traseros de las motos de Toni Molto e Ignacio Guardia, que nos reparan en un pequeño taller mecánico. Luego nos dirigimos hacia la garganta del Todra, un impresionante tajo de más de 300 m que ha ido erosionando el río de aguas cristalinas, al lado del cual una estrecha carretera asciende hacia el corazón del Atlas.
Es tarde y mañana subiremos por la garganta del Dadés, de modo que tras recorrer unos 20 kms descendemos de nuevo y recalamos en una posada que nos han recomendado en Ait Ouritane, poco antes de Tinerhir, donde repasamos las motos: hay que apretar la dirección de Edu, arreglar la luz de Carlos, los frenos de Toni y engrasar las cadenas con lubricante Elf. Allí encontramos a dos jóvenes mochileras españolas con las que compartimos experiencias y alguna botellita de whisky (que Alá nos perdone) en la sobremesa de la cena. Tinerhir - Tinerhir Tras recorrer unos kilómetros siguiendo el curso del río, por una garganta llena de verdor en el fondo, que contrasta con el rojo de la montaña, paramos en un alto desde donde se divisa Ait Toukhisine, pueblo enclavado en un palmeral rodeado por el desfiladero, y atacamos el jamón mientras Edu, Toni y Dani sustituyen el motor roto por el de recambio de Vallmoto y Toni cambia sus zapatas del freno trasero.
De nuevo las Impalas petardean hasta Moha du Ayachi, después de una espectacular subida por la serpenteante carretera al lado de un impresionante precipicio. Un desprendimiento nos impide el paso y no hay alternativa. Regresamos a Tinerhir y mañana ascenderemos por el Todra. Edu le ha tomado vicio a eso de cambiar motores y después de verificar que el cilindro del suyo está en perfectas condiciones, dedica parte de la noche a montarlo de nuevo, mientras Toni se contagia y cambia su cilindro de 125 cc por uno de 175. Tinerhir - Imilchil Descendemos por la carretera en construcción, lo que significa tramos de gravilla, otros de pista, cortes y alguno de asfalto hasta llegar a Agoudal, un pueblo a 2.300 m de altura al que hasta hace un año no había llegado la electricidad, hasta hace dos no tenían carretera y donde se pasan la mayor parte del invierno incomunicados por más de medio metro de nieve y rodeados por imponentes moles de más de 3.000 m de altura. A lo lejos se distingue un monte totalmente nevado de más de 4.000 m de altura. Comemos sentados en la jaima de una casa de adobe gris reconvertida en hotel en previsión de la llegada de algún turista. Todo muy sencillo, excelente pan de pueblo y exquisita atención por parte de los jóvenes propietarios. A poco de retomar el rumbo descarga una fenomenal tromba de agua que pone a prueba el magnifico equipo OnBrain y la estabilidad en un terreno resbaladizo hasta Imilchil. Imilchil - Azrou Paramos a comer en Zeida, que tiene fama de tener el mejor cordero a la brasa de Marruecos y a fe que es gustoso. Edu, confeso adicto a la mecánica, desmonta el carburador por enésima vez. Por la tarde nos dirigimos a Itzer, dejamos las zonas desérticas y nos adentramos en el espectacular bosque de cedros por una pista muy revirada, divertida que afrontamos a ritmo de trail. Ignacio se juega el tipo grabando video con una mano pero la ocasión lo vale. Es ya noche cerrada con un espectacular cielo estrellado en medio del bosque y paramos en un cruce donde debemos decidir si seguimos 70 kms de pista al norte, o bien tomamos otra al oeste que en unos 30 kms nos lleva a Khenifra. Ya ha sido bastante duro para la furgoneta que lleva Dani llegar hasta aquí y por supuesto para las Impalas, por lo que la prudencia parece lo aconsejable. Un buen hotel pone fin a la expedición Impala a Marruecos y ya pensamos en repetir. Tona - Montesada Fuentes de la noticia
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