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El efecto mirón provoca retenciones, accidentes... y multas12 de Junio de 2019
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¿Cuántas veces se han visto inmersos en una cola provocada por los curiosos que frenan para ver las consecuencias de un accidente, incluso en el los carriles contrarios de la autovía? Y es que la irresistible tentación que siente cualquier conductor, igual que el resto de pasajeros, al pasar por un lugar en el que acaba de producirse un desgraciado accidente, hace que se ralentice la circulación.
La moda de fotografiarlo y grabarlo en vídeo para difundirlo inmediatamente por las redes sociales tampoco ayuda. Pero no es sólo responsabilidad de quien lo hace directamente, sino de todos aquellos que comparten y se hacen eco de cuerpos humanos destrozados y desparramados por la carretera.
La Policía y Guardi Civil están comenzando a multar por dicha práctica. De hecho se ha hecho viral (otra vez con lo mismo) el vídeo de un policía que se dirige a los conductores con dureza y los reprende por su curiosidad o morbo: «¿Quieres ver un muerto?, ¿Hacerle fotos? ¡Vamos!, llega a decir a uno de los curiosos. El conductor, arrepentido, se disculpa antes de que el agente lo lleve a la escena del siniestro.
Los despistes provocados por una simple mirada para ver qué ha pasado al otro lado de la carretera o en uno de los arcenes supone una reducción de velocidad que provocan frenazos bruscos a los conductores que circulan detrás. En ocasiones, una retención totalmente inesperada metros atrás que puede generar más de un siniestro, incluso, mayor que el ocurrido. Situaciones así son las que explican a veces las colisiones por alcances en tramos sin aparentes problemas como, por ejemplo, en los carriles de la izquierda o en tramos rectos. El origen está en el efecto mirón o en los mirones que reducen la velocidad de manera brusca y sin motivo justificado.
Una conducta sancionable, según el Reglamento General de Circulación, ya que el hecho de conducir un vehículo sin mantener la atención permanente a la conducción, puede ser sancionado con una multa de 80 euros, y ésta sea quizás la única forma de acabar con la costumbre de los que ralentizan, o incluso detienen la marcha, dejándose vencer por la curiosidad o el morbo por mirar lo que ha pasado al otro lado.
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