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Recuperando el trial amable y gentil con una Yamaha TY250

12 de Diciembre de 2016

Recuperando el trial amable y gentil con una Yamaha TY250

Confieso que la práctica del trial de antaño, ha sido una filosofía de vida. Poder llegar a lugares increíbles, a lomos de una moto, es el máximo sueño por el que aspiraba, a principios de los años setenta.

 

Yo veía subir las Bultacos Sherpas y las Cotas, por el camino del Vinco y "flipaba en colores". El Vaquero, Eloy, los pioneros del trial en Telde, eran además paisanos del barrio de La Gavia. En el año 1985 pude comprar esa Bultaco sherpa a "El Vaquero" GC-1982-U y comenzó esta maravillosa pasión por el trial y el descubrimiento de los rincones de Gran Canaria.

 

Nosotros concebimos este deporte desde la genialidad del equilibrio y el paso por lugares difíciles. Pronto, llegaron más. Las Fantic 301 roja, 301 blanca, 303 roja, 303 amarilla, 305, 307, etc.. Luego vino la Aprilia, la primera moto que compré nueva. Una flamante 240 Climber única en Canarias, pedida por encargo a Noale en el año 1989. Con esta joya hicimos nuestras mayores glorias del trial. Aventura y competición. Recorrimos toda Canarias, incluyendo una visita en barca a la Graciosa. De ahí le apodaron la "Isleña"  y la "Viejita". A Dios gracias, y tras un olvido de diez años, Jota Lewis y el Batata, la devolvieron a la vida y empieza ahora escribir su tercera historia, con cerca de 28 años.

 

Un buen día me dijo un amigo que tenía una moto de trial en su casa de Tirajana, era un Yamaha y hacia muchos años que no la usaba. Interesado por la curiosidad, me fui a verla para enamorarme de nuevo. Era una TY 250, la última trialera refrigerada por aire que sacaron los nipones. La curiosidad, es que nunca había llegado a venderse en España, y está claro, ya estaba yo enganchado a las reliquias y exclusividades.

 

Llegamos pronto a un acuerdo, después de conocer su bonita historia y adquisición. Se la regaló un "guiri" Belga que la usaba cuando venía de vacaciones, a la isla. Se la cambié por una bicicleta de montaña. Y empezé a disfrutar de una trialera clásica con un pedigrí especial. Increíble motor, suspensión, giro, tracción. Casi siete años, sin hacerle nada, y darle tralla por caminos y fuera de ellos... ¡Y nunca se quejó!

 

Hace unos cinco años decidí aparcarla. Hasta que pudiera restaurarla, ya se lo merecía, pero a mi me "ocupaba" otra novieta; la Fantic 303 amarilla. Pedía amor trialero a gritos, y yo se lo dí. Y lo he disfrutado, es un motor noble y valiente. Siempre estuve enamorado de su chasis y decoración, la tracción y pilotaje. Sólo tiene un estilo; el clásico. Llevándola ahí, con cariño y coraje te da momentos inolvidables, tras el descanso en el taller, en las manos de "el flaco", recuperando la juvetud con un mantenimiento, restauración a fondo. 

 

Este año, estrenamos la Yamaha TY 250, con su traje nuevo, sus arreglos de vitalidad. Me ha devuelto la ilusión y su conducción suave y armoniosa es un placer para los sentidos. Igual dá, que estes en el fondo de un barranco, que en la cresta de  una montaña. Dulce, tierna y valiente.

 

Me he vuelto a enamorar de mi Yamahita... 

 

Amores clásicos que enaltecen tu tiempo, el placer de redescubrirlo! Con ellas el trial se hizo amable y compartido. Nunca pasarán de moda. Lleva explícito el secreto de su condición.

 

Feli Santana

 
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