La excitante Mojo Racer de Gubra ya duerme en casa de su dueño

Casi seis meses después de que la "Mojo Racer" viera la luz por primera vez sobre el asfalto del Circuito de Maspalomas, la candidata y finalista de Gubra Las Palmas en el concurso de preparadores "Battle of the Kings", ponía rumbo al garaje de Pablo Sánchez Dámaso, el feliz propietario de esta joya única.

"Va a dormir en el garaje, pero porque seguro que mi mujer no me deja subirla al salón", nos contaba un sonriente Pablo Sánchez tras recibir la llave -presencial- de la mano de Enrique Ortiz, gerente de Gubra Las Palmas, el concesionario oficial de Harley-Davidson en Canarias.

Tras un dilatado periplo de lucimiento por los salones de la moto de media España, la “Mojo Racer” por fin llega a manos de su dueño, un apasionado de las motos exclusivas que puede sentirse orgulloso de tener en su garaje una de las mejores preparaciones de nuestro país. Pablo comenzó, hace ya algunas décadas, su idilio con las motos. “Me saqué el carnet con una Four 750, con la que iba montado a la autoescuela para sacarme el carnet de moto… eran otros tiempos”, aseguraba.

De izquierda a derecha, Enrique Ortiz (diseñador), Pablo Sánchez (propietario) y Néstor Caballero (creador).

“Mi pasión por las custom comenzó con una Shadow 750. Después me pasé a la leyenda sobre dos ruedas con una Harley Rocker C, con la que viví muy buenos momentos, antes de un parón obligado de 8 años”, reconocía este motero apasionado por las motos auténticas. “Me interesé por esta Mojo Racer desde que la vi por primera vez en Canariasenmoto. Me encantó y cerré la adquisición con Gubra hace meses, pero el pase a la final del concurso y su exposición en los salones nacionales, retrasaron la entrega”, decía orgulloso de llevarse a casa, por fin, esta moto “de colección”.

La Mojo Racer compartirá garaje con una Harley-Davison CVO Softail Springer y una Triumph Thruxton R. “Dos motos con las que alterno las salidas de fines de semana por la isla”, dice con esa mirada socarrona mientras nos enseña el casco que ha encargado especialmente para lucirlo con su nueva joya. “En cuanto me haga a la Mojo Racer la sacaré de paseo porque aunque considero que es una joya de colección, este tipo de obras de arte hay que lucirlas en su ámbito, en este caso, las carreteras de curvas”, añadía. 

“Si tengo que decir lo que más me gusta, me pierdo en cada detalle. El remate del colín trasero, la cúpula, las rejillas de su vientre, el acertado encaje de la cúpula en el diseño general de la moto o la genialidad de la pintura, exquisita y con ese picante dorado de las llantas”, señalaba sin apartar la mirada de una moto única en el mundo, con la que compartirá un hueco de su corazón. “Me he sentido muy honrado de que mi moto haya representado el trabajo de Gubra a nivel nacional. El equipo técnico que capitanea Néstor Caballero es garantía de éxito en cualquier operación de taller o modificación”, nos contaba este cliente de Gubra que lleva años ligado a la empresa canaria “con total satisfacción”.

La “Mojo Racer” es una auténtica café racer de sabor picante que toma como base la Roadster 1200 y que busca enfatizar su agilidad y las aceleraciones fulgurantes de semáforo a semáforo. “Metidos en faena, apostamos por buscar la excelencia”, decía el equipo de Gubra Las Palmas, que puso con esta preparación, toda la carne en el asador dejando que la imaginación tomara derroteros desconocidos y sirviéndose como guía de la pasión por las carreras. 

Sin cambiar ni poner en riesgo la fiabilidad de su generoso motor bicilíndrico permanece casi intacto, tan sólo se le ha potenciado con el kit Screaming Eagle (filtro de aire y Super Race Tuned) de Harley-Davidson y se ha rematado por un negro escape Vance&Hines 2-1 que permita disfrutar aún más de su poderoso par motor. El depósito, incrustándolo más en el chasis, a base de recortes, soldadura y martillo, las estriberas debían ser retrasadas, y el subchasis trasero adopta un conjunto sillón-colín Roland Sands monoplaza, todo un tributo al “Martillo de Lucifer” de los 80s. Buscando una mayor armonía de líneas horizontales, se ha subido la posición de los amortiguadores traseros y se ha fabricado un tensor de correa que mantiene en todo momento la tensión de la correa de trasmisión. Las llantas, pintadas del dorado color del sol que baña la tierra que la vio nacer, se mantienen inalteradas, y la matrícula va soportado desde el basculante, que también permanece inalterado. Se reubica, además, la posición de los intermitentes, con piloto trasero incorporado.

Delante los cambios pasan por la incorporación de una cúpula a la que le adapta un faro de carácter retro, montado todo ello sobre una araña de aluminio. Para absorber el incremento de potencia del motor, con admisión, gestión y escape optimizados, se utilizan las pinzas Brembo del modelo VRod que mejoran notablemente la frenada. El guardabarros original ha sido parcialmente recortado y reposicionado para lograr un aspecto más deportivo. El manillar, que imita a un tres en uno sin serlo, es un Clubman original de Harley-Davidson. Y para rematarlo, espejos en los extremos de unos sólidos puños que conjuntan perfectamente con manetas teñidas de negro. El toque final llegaba de la mano de Nely Santana (Motorep99), la encargada de darle el toque picante, como la típica salsa canaria “Mojo Picón”, con una pintura en la carrocería de color púrpura verde oliva (Deep Jade Pearl), ribeteado con el mismo dorado de las llantas. Para enfatizar aún más esta picante decoración, muchos de los cromados originales han sido oscurecidos, al igual que un escape Vance&Hines 2-1 diseñado para permitir que el piloto busque el roce del codo en las curvas más sinuosas del trazado.