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Hacemos locuras ¿De verdad tenemos tanta prisa?

28 de Noviembre de 2010

Hacemos locuras ¿De verdad tenemos tanta prisa?

En ocasiones, tenemos prisa. Nadie me va dar un premio por haber escrito esa frase. En el mundo acelerado en el que nos ha tocado vivir, mucha gente incluso añadiría ¿y cuándo no tenemos prisa?.

 

Pero no, me refiero a que hay ocasiones particulares en las que verdaderamente tenemos prisa.  Ocasiones en que cada tic del reloj nos equivale a un turno en la ruleta rusa: cualquiera puede ser el último. Y como somos animales racionales, no podemos evitar que cada disparo en vacío del reloj nos obligue a avanzar un paso más por la calle de la amargura.

 

No hace falta ser un lince para darse cuenta que el estado de ansiedad causado por la prisa extrema no es el idóneo para realizar una actividad compleja y exigente como es la conducción de una motocileta. Podríamos recurrir a tópicos como «más vale llegar tarde que no llegar muerto», o algo del estilo «no vale la pena jugarse la vida por unos segundos».

 

A mi esta segunda reflexión siempre me ha suscitado cierta curiosidad. «no vale la pena jugarse la vida por unos segundos». ¿Hay algo por lo que valga la pena jugarse la vida?

 

En definitiva, vivir a menudo conlleva sopesar riesgos. Por ejemplo, de pequeños aprendemos (de nuestros padres,... o a las malas) que coger un cuchillo por el filo conlleva un alto riesgo de hacernos daño. Por lo general, consideramos que dicho peligro es inaceptable, por lo que elegimos la opción segura de utilizar el mango.

 

A menudo, la aceptabilidad de un riesgo depende de la recompensa que obtengamos a cambio. Por ejemplo, yo que siempre he sido un escalador bastante patoso, considero que el riesgo de encaramarme a un árbol conlleva un inaceptable riesgo de hacer el ridículo. Pero si mi gatita quedara encallada en la copa de un gran pino no dudaría en desafiar la ley de la gravedad.

 

En circulación, podemos aplicar el mismo razonamiento. Por supuesto, todos sabemos que subirse a una oto entraña un riesgo, como cualquier actividad humana. La seguridad total, por desgracia, no existe. Pero no es menos cierto que la no observación de las normas de prudencia y responsabilidad básicas incrementa en muchos enteros la probabilidad de provocar un siniestro.

 

Sobre todo, si tenemos en cuenta que la ganancia real en tiempo obtenida con la mayoría de imprudencias es, en realidad, bastante pequeña. Por ejemplo, yendo a 130km/h en vez de a 120km/h, tan sólo ahorramos 23s cada 10km. Sin embargo, la mayoría de semáforos tienen un ciclo mucho más largo, por lo que nos tendremos que parar en el mismo sitio, y salir al mismo tiempo que al vehículo legal que hayamos podido adelantar. ¿De verdad valía la pena?

 

Sin embargo, si uno se sienta en un banco y observa el tráfico que circunda nuestras calles y carreteras la realidad parece sugerir que se nos va la vida en cada segundo y, ¿de verdad tenemos tanta prisa?

 

  • ¿Y tú, que opinas?
  • ¿Crees que merce la pena pasarnos la vida estresados y con esa ansiedad que nos desborda?
  • Te has planteado alguna vez la pregunta ¿para qué?
  • ¿Es eso la vida, una carrera?

 
 
Fuentes de la noticia

www.circulaseguro.com

 
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