El viaje soñado de Eloy Gordillo, 7.000 km de Canarias a Dubrovnik

Desde Manzanares (Ciudad Real), a unos 480 kilómetros del final de su viaje, Eloy Gordillo nos resumía el viaje que esta primavera le ha llevado, desde Las Palmas de Gran Canaria a Dubrovnik, a través de 7.000 kilómetros de carreteras que ha recorrido con su incombustible Honda Shadow 750, una moto que ha recorrido hasta el último tramo de asfalto de la geografía de las siete Islas Canarias.

A mediados del mes pasado, nuestro protagonista embarcaba en el Puerto de La Luz para dar comienzo a su aventura por el viejo continente. Cádiz, puerto con olor a Canarias, y Ronda (Málaga), capital de las carreteras de curvas de la Ruta de los Pueblos Blancos, marcaban las etapas de aclimatación del veterano motorista canario en la península Ibérica.

Tomando vías rápidas para ganar tiempo en “el ascenso” hacia el norte, en un plis plas se plantó en La Junquera par abandonar España por el punto más oriental de la península. Desde allí, recorrido hasta Eslovenia y Croacia, objetivos iniciales del viaje: “Son dos países preciosos. Llenos de carreteras de curvas, más amplias que las de Canarias, y con motoristas de toda Europa recorriéndolas a diario. Llegué hasta Dubrovnik, la perla del Adriático y desde allí, en compañía de dos amigos, recorrimos lentamente por la costa y hacia el norte toda Croacia y Eslovenia”.

Después de esta primera etapa del viaje en compañía, tocaba volver a encontrarse, en solitario, con Los Dolomitas. Eloy Gordillo es un gran aficionado a la bicicleta de carretera, de hecho, muchos de los puertos que ha recorrido en este viaje, los conocía de primera mano al haberlos recorrido en bicicleta, curva a curva y pedalada a pedalada. Y no contento con abordar todos los pasos de montaña de esta cordillera de la península itálica, Eloy puso rumbo a los famosos puertos de Las Alpes: “La Croix de Fer, el Mortirolo, el Stelvio y otros puertos que ascendía escoltado por laderas llenas de nieve. Es maravilloso poder disfrutar de un recorrido que debería ser obligatorio, al menos una vez en la vida para todos los moteros de Europa”, aseguraba Gordillo, uno de los habituales en la Ruta Canarias 88 que organizó hace años Canariasenmoto.

La alta montaña dio paso a la Costa Azul francesa y de ahí, el regreso, lento, a ritmo pausado para disfrutar cada una de las pistonadas de una Honda Shadow 750 que no dio el menor síntoma de fatiga o desfallecimiento, hasta la madre patria. La costa del levante español, Tarragona, Castellón de La Plana y Valencia, marcaban las siguientes etapas hacia el sur, rumbo a Cádiz tras tres semanas de vivencias, de calor, de viento y agua, de amaneceres de cielo rojizo, de praderas que causarían un infarto a las cabras de Fuerteventura y de interminables kilómetros de carreteras de curvas en las que un faro solitario es siempre señal de amistad, esa que es capaz de derribar cualquier barrera entre los enamorados de la moto.

El viaje, por este año al menos, llega a su fin, pero las imágenes quedarán grabadas para siempre en las pupilas del amigo Eloy: “Para hacer un viaje sólo es necesario tener la voluntad real de hacerlo. Siempre se puede buscar tiempo o adaptarlo al tiempo disponible. Y el coste, aunque hay gastos inevitables, puede ajustarse al bolsillo de cada uno. Eso sí, el placer de viajar y sentirte protagonista del paisaje que te rodea, no tiene precio”, animaba el bueno de Eloy a todos los que no dan el paso del sueño, al placer y la aventura del viaje real.