¡Échale mojo! Un relato de Juan Carlos Alonso

En el año 2017 el concesionario oficial Harley Davidson en Las Palmas decidió participar en la tercera edición de “Battle of the Kings”, un concurso de customización entre los concesionarios oficiales de la marca que aquel año era de ámbito europeo. La base era la Roadster 1200 que después de pasar por la “magia” de Nestor Caballero se convirtió en lo que podéis ver en las fotos: la Mojo Racer. Una creación al más puro estilo Café Racer. La primera de una saga que continuó con la Mojo Bobber y la Mojo Desert, pero de eso hablaremos en otra ocasión.

La primera fase del concurso consistía en que los seguidores de la marca y los entusiastas de la customización accedieran a una web creada para la ocasión y votaran por su opción favorita. Entre las seleccionadas en ese primer filtro un jurado especializado elegía el diseño ganador. Así que para esa primera criba la foto era realmente importante. En aquel momento, viendo las imágenes de años anteriores me di cuenta de que no le daban demasiado importancia por lo que me propuse hacer una foto que hiciera honor a una preparación tan exquisita como esta.

Pero… ¿dónde hacemos la foto?… Esa primera decisión fue muy fácil. El mismo nombre con la que la bautizaron me dio la clave: “Racer”, o sea, carrera. Las “carreras” de aquellas primeras creaciones del movimiento Café Racer se hacían entre un café y otro. Hoy en día, por fortuna, hay instalaciones mucho más adecuadas para sentir la velocidad sin peligro: los circuitos. Así que la localización estaba clara, el lugar sería el “Circuito de Maspalomas”.

Metimos la moto y el equipo fotográfico en un furgón y me llevé a dos “asistentes” de lujo, Néstor, el padre de la criatura, y Enrique el responsable de Gubra S.L., el concesionario oficial de la marca. Los responsables del circuito nos lo cedieron amablemente un ratito en el que no tenían actividad.

Tenía ciertas dudas de cómo estarían el tiempo y la luz ese día en el sur de la isla, pero tengo que decir que los planetas se alinearon y tuvimos un día realmente espectacular. Me dio una luz preciosa que junto al asfalto del circuito me ayudó mucho para mostrar a la Mojo Racer en todo su esplendor.

Al conocer bien el circuito ya llevaba en la cabeza que la foto principal tenía que ser en la parrilla de salida. Esos cuadros en el suelo dan mucho juego y refuerzan la idea de carrera. Coloqué la moto totalmente de perfil para remarcar las líneas, principalmente la que une carenado, depósito y colín y que le da esa armonía visual tan importante en un modelo de estas características. Una moto, como cualquier otra creación, se basa en el acierto con las proporciones entre los distintos elementos sin olvidar el uso del color. Precisamente de la pintura se encargó magistralmente, como pueden apreciar, Nely Santana. Procurando que toda la moto quedara sobre el negro del asfalto y situándola justo en el centro de la recta del circuito el encuadre estaba conseguido. En ese mismo sitio y por exigencia de las bases del concurso hicimos una foto de frente, otra desde atrás y otra por el otro lado de la moto.

La segunda parte de la sesión tuvo lugar en la parte alta de la pista. Es un lugar que también me gusta mucho, porque desde esa situación se puede ver una parte importante del circuito con el mar al fondo. Aquí tomé una imagen de frente y otra desde atrás con la moto ligeramente inclinada. Es un punto de vista que da mucha presencia a una motocicleta. Una óptica larga en este tipo de tomas se hace imprescindible para conseguir que ese primer término que es la moto prácticamente se funda con el fondo. 

En fin, la Mojo Racer tuvo mucho éxito y sé que las fotos gustaron también, así que el objetivo se había conseguido. Pero aquí el mérito no es mío sino del creador de esta belleza. Yo solo soy el afortunado al que dejaron fotografiarla.