Descerebrado haciendo un “caballito” terminó con la vida de una niña

La locura e idiotez de los exhibicionistas que ni saben ni pueden controlar su moto es una muestra del desahogo con el que algunos "fantasmas" ponen en peligro la vida de los demás.

La pasión por la moto nada tiene que ver con el lamentable espectáculo que vemos muchas veces en las reuniones moteras, porque la mayoría de los que amamos las dos ruedas somos conscientes de los que tenemos entre manos y, sobre todo, del respeto a la vida, propia y ajena.

Y nada. Absolutamente nada, tenemos contra los especialistas en la especialidad del "STUNT" que, como nuestro amigo Emilio Zamora, realizan sus espctaculares acrobacias en un entorno seguro y con una profesionalidad labrada a lo largo de años de entrenamiento.

Nos referimos a esos "fantasmas" que, muchas veces jaleados por los inconscientes cuya propia vida peligra, se dedican a quemar rueda, cortar encendidos o hacer caballitos de manera totalmente anárquica y descontrolada.

Y traemos este asunto de vuelta a la actualidad porque la Unión Internacional Defensa Motociclista publica que la Audiencia Provincial de Valencia ha condenado a dos años de prisión al motorista que, el 3 de noviembre de 2007 en Cheste, hizo el caballito (wheelie) que terminó con la vida de una menor.

Un caballito que se hacía en un pasillo improvisado de público y que también sería la causa origen de las lesiones en otras víctimas.

El conductor de la minimoto contra la que colisionó, ha sido condenado también a un año y medio de cárcel.

Como colectivo también tenemos un responsabilidad. La imagen que la sociedad tenga de nosotros, depende de ello. Debemos recriminar la actitud de aquellos que con sus actos irresponsables ponen en peligro la vida de las personas.

También nos referimos a todos esos "héroes fantoches" que todos los fines de semana se dedican a convertir las curvas más famosas de la red de carreteras de Canarias en el supuesto trazado de un circuito, y a los que les dan "cancha" y falso protagonismo, publicando sus "absurdas proezas" en las redes sociales.

Como colectivo, no debemos apoyar con nuestro aplauso estos actos imprudentes y temerarios. Debemos ser responsables y criticar estos actos hostiles contra la defensa de la integridad física, propia y/o ajena, y la imagen de nuestra forma de disfrutar de la vida sobre dos ruedas.