Las motos clásicas inundaron ayer de sonidos de antaño las serpenteantes carreteras del Barranco de Las Tirajanas, en una ruta que llevó a los entusiastas de estas veteranas joyas mecánicas hasta la ciudad de Arucas, tras atravesar alegremente media geografía de la Isla de Gran Canaria.

Un recorrido en el que participaron una treintena de motos de varias épocas perfectamente puestas al día, tal y como salieros de la cadena de montaje, por los artesanos restauradores de Canarias, unos verdaderos maestros con fama internacional.

Motos de los años 30, 40, 50, 60 y posteriores montadas por motoristas atavidados con el equipamiento de la época, transitaron por lo municipios de Las Palmas, Telde, Ingenio, Agüimes, Santa Lucía, Tunte, Tejeda, Valleseco y Arucas, agrupadas en un convoy que era un espectáculo para la vista.

"Quien tiene una moto clásica es un persona que le gusta la libertad, viajar, rodar, sentir esa libertad encima de una moto muchas veces rescatada del olvido", nos comentaba uno de los participantes en esta ruta. "Es un estilo de vida, poder conjuntarnos como motociclistas, celebrar, disfrutar, esa es una de nuestras máximas, poder rodar y poder circular por los bellos escenarios de nuestras islas" terminaba.

"Este mundillo de las clásicas es sinónimo de salir con los amigos, disfrutar el día, desconectarte del trabajo. Una sensación de desahogo, de quitarte presiones y disfrutar del paisaje y los amigos", dijo Cristóbal Ramírez, el Presidente del Club de Motos Clásicas y Antiguas de Gran Canaria, justo antes de poner en marcha, de una certera patada, el motor de cuatro cilindros en cuadro de su Ariel.