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La abnegada y sacrificada Guardia Civil de Tráfico

29 de Diciembre de 2009

La abnegada y sacrificada Guardia Civil de Tráfico

En esta noticia Canariasenmoto.com se hace eco de unos artículos publicados en un diario gaditano (Cádiz - Andalucía) en el que se contrastan diferentes puntos de vista sobre las actuaciones de la Guardia Civil de Tráfico.

 

Aunque cada cual es libre de expresarse como quiera, faltaría más, nunca es buena la generalización.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Carta abierta a un motorista...

Siempre he sido ferviente admirador de la Guardia Civil Siempre he creído en su labor abnegada y solidaria en esas carreteras y playas de Dios pero últimamente y dada mi labor de constante ir y venir
por las carreteras durante más de treinta años, he constatado un hecho peculiar y es el de la prepotencia y chulería de esta nueva generación de guardias civiles que hasta ahora solo había detectadoen los policías locales.

 

Debe ser que estas nuevas generaciones de servidores del Estado no se han dado cuenta aún, posiblemente dada su juventud, que somos el pueblo soberano el que con nuestros impuestos, por cierto cada día más altos, pagamos sus sueldos.

 

Y a qué viene todo esto, se preguntarán, será una pataleta por alguna multa o algo similar. Pues sí y no. Verán, tras muchos años ejerciendo una labor social como es la de enseñar a conducir al personal me jode que un joven de uniforme verde con botas lustrosas y el pelo cortito se baje de una BMW con las que, a pesar de darnos constantemente la tabarra con la velocidad, van a velocidades de vértigo (a ellos no los multan. obviamente) y no me deje ni darle una explicación.

 

Estos motoristas de arma al cincho se creen cowboys modernos pero que en vez de ayudar y servir se dedican a multar y multar. Pero ojo, no me mal interpreten, la labor de la Benemérita es magnífica. Creo que a nivel de vigilancia, desarticulación de mafias, etc. está a igual o mejor nivel que cualquier otra europea pero...en la carretera la cosa varía mucho.

 

No se puede tratar a un trabajador de autoescuela cuyo único delito ha sido el de olvidarse en un momento puntual de poner la "L" azul en su coche, con un conductor borracho. Hay delitos y delitos y en la mayoría de los casos con una simple advertencia, su misión como servidores del pueblo quedaría mejor reconocida y más agradecida. Pero hay que recaudar...que estamos en crisis.

 

Aún así y reconociendo mi despiste y haciéndome cargo de la multa correspondiente que pagaré religiosamente en la JPT, no hubo forma humana de que este "pequeño dictador" y tomen esta expresión como referencia a la película de Charlot y a nada más, me dejara explicarle que el cinturón de seguridad lo llevaba puesto, como lo hago en todas mis clases, y que me lo había quitado para apearme del coche. A pesar de que mi alumno me daba la razón, el agente, sin mediar palabra ni atenerse a razones, me multó también por ello. Pues sí que están mal las cosas por Tráfico.

 

En fin, solo espero tener la suerte de que me publiquen la presente y que este "servidor de la ley" recapacite y se dé cuenta que en y de la carretera vivimos mucha gente de bien que lo único que intentamos es ganarnos la vida y también, por qué no decirlo, salvársela a algún que otro conductor en apuros. No son sólo ellos la Benemérita somos todos o al menos la inmensa mayoría de los currantes de la carretera que siempre estamos dispuestos a parar y "echar un cable" a cualquiera que lo necesite, incluso si es policía de tráfico.

 

Miguel Barca Hernández. Director y profesor de autoescuela (Cádiz)


 
Carta abierta a D. Miguel Barca Hernández...

Respetado señor:

 

El contenido de su "Carta abierta a un motorista" me obliga a escribir estas líneas para intentar hacerle comprender lo desafortunado de algunas de sus afirmaciones y rogarle que no generalice cuando juzgue a las personas, y menos cuando se refiera a los miembros de una Institución de la que dice ser "ferviente admirador".

 

No dudo que el hecho de escribir, con publicidad, que ha detectado "prepotencia y chulería" en las policías locales y ahora en una nueva generación de guardias civiles, puede ser un mero ejercicio de su libertad de expresión, pera esa afirmación, como toda generalización, no es cierta, nos ofende injustamente a muchos y no dice nada en favor de quien la profiere.

 

Aunque dirige su desafortunada carta a "un motorista", no dirigiré esta réplica a un "profesor de autoescuela “pues no puedo juzgar a todos ellos por lo que usted ha escrito. Creo que tampoco su edad, que desconozco, o su pertenencia a una determinada generación serán relevantes, pero admito que al leer su carta no alcanzo a comprender si lo que a usted le molestó (usted escribe: "me jode") fue la juventud del guardia civil -- esa juventud que puede resultar hasta insultante para quienes la perdimos hace tiempo--, o el hecho de que llevase las botas lustrosas y el pelo corto o que el Estado le hubiera dotado de una buena herramienta, su motocicleta, para realizar su trabajo, que en este caso consistió simplemente en denunciar (que no multar) las infracciones que observó y que usted reconoce, en parte, haber cometido.

 

Como profesional de la enseñanza y de la conducción sabe usted que ni un infractor es un delincuente ni a usted se le trató como a tal; que se tiene derecho a formular alegaciones si no se está de acuerdo con la denuncia, pero también debe saber que se puede presentar una queja en cualquier unidad de la Guardia Civil por una actuación incorrecta de alguno de sus miembros, y que lo que usted califica como un "pequeño dictador" es simplemente un agente de la autoridad que cumple con su deber aún a sabiendas de que si hiciera dejación de sus funciones y se limitara a hacer "advertencias" cuando ha de enfrentarse a personas con actitudes como la suya viviría mucho más tranquilo.

 

Pero no son esos comportamientos los que han fraguado el prestigio de esa Institución que usted llama Benemérita y a cuyos miembros se les exigen los mismos valores cuando se dedican a la vigilancia del tráfico que cuando actúan en la investigación del narcotráfico o rescatando accidentados en la montaña.

 

Por otra parte, ha escogido usted mal el día para publicar su misiva pues justamente con la misma fecha los medios de comunicación se hacían eco de la muerte de un agente de la Guardia Civil de Tráfico de 43 años, y de las heridas graves de su compañero de 37, cuando cumplían con su deber de auxilio en un accidente de carretera, en el curso de un servicio en el que, con toda | probabilidad, también debieron formular algunas denuncias.

 

Pero no se preocupe, llegado éste punto ya he olvidado su nombre y hasta sus afirmaciones y no dude que los guardias civiles, motoristas o no, y de cualquier edad también le ayudaremos cuando lo necesite.

 

Atentamente, Alfonso Escuer. Coronel de la Guardia Civil (Cádiz)

 
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