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Escapadas moteras: Isla de La Palma (Islas Canarias)

01 de Marzo de 2009

Escapadas moteras: Isla de La Palma (Islas Canarias)

La isla más bonita de Canarias es más bonita sobre dos ruedas...

Existe un lugar privilegiado que inunda de verde el azul que lo rodea. Existe un sitio en el que no hay apenas tramos rectos y donde el sol calienta casi todo el año para disfrutar yendo en moto. Existe un paraíso para nosotros los motoristas… Nos vamos a La Palma.

 

La isla bonita, como se conoce este trozo de edén en la tierra que pertenece al archipiélago canario, es un maravilloso destino en estas fechas, para olvidarnos del frío que atenaza nuestros cuerpos desde hace meses y conocer una isla que no te va a dejar indiferente.

 

Deberás reservar al menos una semana para descubrir los rincones de esta pequeña pero intensa parcela de tierra en el océano.

 

La isla se encuentra dividida de norte a sur por el macizo volcánico, más ancho en la zona de la Caldera de Taburiente, y ello condiciona la ruta por sus carreteras. En la escapada de hoy vamos a recorrer la zona montañosa del norte, disfrutando de carreteras sinuosas con cientos de curvas en un marco incomparable.

 

Santa Cruz
Comenzamos el día en la capital, Santa Cruz de La Palma. Ubicada en lo que podría ser un viejo y gran cráter, su crecimiento hacia la ladera ha condicionado una configuración urbanística escalonada de callejas perpendiculares al mar, que en el caso de los barrios altos, presenta una inclinación considerable y nada recomendable si llevas una moto muy pesada o no haces bien pie.

 

Sin embargo, junto al mar, el casco urbano de la ciudad, declarado Conjunto Histórico en 1795, alberga la huella del glorioso pasado colonial con construcciones civiles y religiosas del siglo XVI y XVII. La parte más destacada es la plaza de España, flanqueada por la iglesia de El Salvador, el ayuntamiento y otros edificios notables con genuino sabor canario.

 

De la arquitectura militar sólo se conserva el Castillo de Santa Catalina, una fortificación que se construyó para la defensa de la ciudad en primera línea de mar, junto al puerto.

 

Una vez visitada la ciudad, nos dirigimos hacia el norte, hacia San Juan de Puntallana. Desde Santa Cruz ascendemos continuamente mientras las curvas se suceden en una vía en buen estado, salvo algunos tramos que no son reseñables.

 

Ya sorprende en los primeros kilómetros recorridos el verde de la isla. La abundante lluvia que riega La Palma, junto a su perfil orográfico, la convierte en la única isla del archipiélago canario que cuenta con arroyos y pequeños ríos y, por ende, con una naturaleza tan exuberante como atractiva a los sentidos.

 

Cuando llevamos unos minutos sobre la moto, surge a mano derecha un pequeño cartel que nos indica el desvío al mirador de San Bartolomé. Merece la pena dedicar unos minutos a disfrutar de las vistas que nos regala este sitio, con una espectacular panorámica del barranco de la Galga y del mar.

 

Siguiendo la C-830, llegamos al desvío hacia el Bosque de los Tilos. La carretera se torna en sinuosa vía de amplias umbrías, por lo que hay que adecuar el ritmo a esta nueva situación.

 

Entramos en una reserva de la biosfera. Un sitio que mejora aún más el ya de por sí bello paisaje e inunda las retinas de verde. El conjunto boscoso del cubo de La Galga y el Bosque de Los Tilos embriaga por su profusa vegetación. Allí son varias las especies que compiten por colonizar el suelo, entre las que encontramos laurisilvas, tilos, castaños y helechos gigantes.

 

Debido a los castaños, si vas en otoño deberás guardar especial cuidado, ya que las carcasas y los frutos de estos árboles alfombran literalmente el asfalto y crean una escurridiza superficie, a la que también colabora la humedad del suelo, pues no llega el sol debido al tejado natural de la vegetación.

 

San Andrés y Barlovento
Es momento de parar a tomar una café y unos chicharrones con gofio en el bar al final de la carretera para gozar del momento, del silencio, del color...

 

Desde Los Tilos continuamos camino hacia el norte, hacia Barlovento. Ascendemos con las paredes del barranco de La Galga a nuestra izquierda, mientras los cantos de las ruedas no descansan un momento.

 

Entramos ahora en Los Sauces, zona eminentemente agrícola que se nutre del agua que viene de los manantiales de Marcos y Cordero (las arterias fluviales de la isla) y en la que grandes plantaciones de plátanos, ñame y hortalizas alfombran toda la superficie hasta la orilla del mar, donde les toca a las rocas batirse con la fuerza del agua.

 

Bajamos por una carreterilla que rasga el verde en un continuo zigzag hasta San Andrés, que fue el primer asentamiento colonial de la comarca. Antiguas casonas de arquitectura tradicional, calles adoquinadas y la exuberancia de palmeras son el testimonio de su pasado.

 

Desde San Andrés tomamos rumbo a Puerto Espíndola. La carretera discurre paralela al mar entre cañaverales de los que sale el exclusivo y exquisito ron de La Palma.

 

A medio camino podemos visitar la piscina natural del Charco Azul o bien continuar hasta El rincón del mar, un bar en el que podemos degustar unos fabulosos camarones fresquísimos a muy buen precio mientras disfrutamos de otra parada al borde del océano para saborear y comentar lo recorrido hasta el momento. Después del receso, de nuevo sobre la moto subimos hacia Barlovento atravesando más plataneras a nuestro paso.

 

Nuestro siguiente destino debe su denominación a su ubicación física. Su emplazamiento, abierto a los vientos de barlovento, a los alisios que llegan del Atlántico ha dado nombre a este municipio.

 

En el término municipal de Barlovento, junto al faro de Punta Cumplida, se encuentran otras piscinas naturales, las de La Fajana. Te recomiendo disfrutar de ellas en otro momento, ya que queda mucha ruta por delante y allí merece la pena ir a relajarse y pasar el día disfrutando del mar y el sol.

 

Mar y montaña, playas solitarias en las que embelesarse al atardecer y senderos para perderse horas por la naturaleza más viva. La Palma, bella y singular, nos depara buenos momentos disfrutando de sus carreteras y paisajes.

 

Comenzando de nuevo desde la capital, Santa Cruz de La Palma, hoy tomamos rumbo sur para terminar de conocer la isla.

 

De este modo, una vez con el motor de la moto en marcha, nos dirigimos hacia San Pedro, en el municipio de Breña Alta. La zona se encuentra alfombrada del verde de las plataneras y otros cultivos, entre los que se encuentra el tabaco, y es precisamente en una tabaquería donde haremos la primera parada del día.

 

Siempre es interesante ver la elaboración de las cosas, en este caso los puros, y más si es artesanal, por lo que te recomiendo la visita aunque no seas fumador. En la tabaquería de Richar nos recibió el artesano trabajando en una mesa en la que tenía los recortes de las hojas de tabaco. Sobre ella, una tabla de madera, la cuchilla y el huevero, recipiente que contiene la cola natural que también se hace artesanalmente. Son útiles sencillos, manejados por manos ágiles –increíblemente ágiles– en la confección de los valorados cigarros. Aparte de las mesas de elaboración, esta tabaquería tenía otras salas en las que se almacenaba la hoja y se dejaban secar los puros en las prensas. Muy curioso. Tras la rápida visita, de nuevo sobre la moto para comenzar a curvear descendiendo hacia Breña Baja.

 

La forma de conducir de algunos palmeros es posible que te dé algún susto. El hecho de que sus carreteras sean sinuosas hasta la extenuación y la afición que tienen a los rallys –por qué no decirlo ;)– hace que algunos conductores de coche “recorten” la trazada invadiendo el carril contrario. Simplemente extrema la precaución y evitarás sorpresas desagradables.

 

Fuencaliente
Vamos directamente hacia la Villa de Mazo. En esta parte de la isla, las inclinadas laderas, que en su día fueron vertederos de lava hacia el mar, albergan cultivos de vid que dan como fruto los afamados vinos de El Hoyo de Mazo.

 

Bastión de cultura y tradiciones, es renombrada la celebración del Corpus Christi, en la que arcos, alfombras y tapices vegetales adornan con mil colores su devoción.

 

En estas tierras habitaban los aborígenes, y vestigio de ello es la cueva de Belmaco, que sirvió de cobijo al soberano de aquel reino. Tras la visita a dicha cueva, continuamos costeando mientras enlazamos una curva tras otra sobre los acantilados poblados de plataneras dirección a Fuencaliente.

 

Este municipio palmero es el que registra el mayor número de erupciones volcánicas de la isla. Cabe destacar las del volcán de Martín en 1646, la de San Antonio en 1677, la de El Charco en 1712 y la más reciente, la de El Teneguía, el 26 de octubre de 1971. Muchos de los conos volcánicos se mantienen en perfecto estado y algunos, como el de El Búcaro, conservan unas coladas de lava de gran belleza.

 

Es el momento de hacer una pausa en el Bar La Parada, en la misma carretera. Este pequeño local nos recibe con todo el sabor que emanan las cafeterías de toda la vida, y en él podemos degustar un café acompañado de los riquísimos almendrados (pastas típicas locales) o una buena ración de quesillo de almendras, también exquisito.

 

Continuamos camino hacia el norte y, si te gusta perderte en calitas recónditas y solitarias, no debes pasar por alto las de la zona que ahora recorremos. En esta parte de la isla, las curvas nos dan un descanso, ya que las hay, pero menos seguidas y menos intensas.

 

Pasada la población de El Charco debemos abandonar la carretera por la que íbamos para dirigirnos hacia El Remo. Allí, un conjunto de antiguas viviendas de pescadores que se hallan junto al mar forman una curiosa comunidad vecinal. Las coloridas casitas dan un toque especial, con cierto aire antiguo de auténtica vida marinera.

 

Siguiendo hacia el norte, pasamos por la playa de las monjas y llegamos a Puerto Naos, principal centro turístico de la comarca, que se desarrolla en torno a su magnífica playa de arena negra.

 

Tazacorte
Desde puerto Naos, y siguiendo la carreterilla de la costa, iremos a parar a Casas de Bombilla, otro conjunto vecinal de similares características a El Remo, donde hay algunos establecimientos tipo chill-out para poder tomar un tranquilo café y, si tienes suerte en la hora, ver la puesta de sol como en el afamado Bar de San Antonio de Ibiza, pero más tranquilo aún.

 

Ahora nos toca subir hacia Tazacorte y lo haremos retomando la carretera principal, ya que es la forma mas cómoda, rápida y segura.

 

Tras unos kilómetros de trepidante conducción, ya estamos de nuevo a nivel del mar, disfrutando de la brisa y del cálido sol que tanto echamos de menos en determinadas zonas de la Península.

 

La Villa y Puerto de Tazacorte es el único municipio de la isla que no tiene cumbre y forma una franja costera en la que, casi de manera exclusiva, se cultivan plátanos, que dejan una hermosa alfombra verde natural. Su población está mayoritariamente concentrada en el casco del pueblo.

 
 
Fuentes de la noticia

www.solomoto30.com

www.moterospalmeros.org

 
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