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Los peligros del deslumbramiento en carretera.

29 de Agosto de 2009

Todavía me tiemblan las piernas (que diría Rambo). Hace escasamente una hora he estado a punto de sufrir una colisión. Gracias a la precaución y a la fortuna no me he visto involucrada en ella, pero otros tres conductores no han tenido tanta suerte. Eso si, sólo han sido daños en chapa, pero las consecuencias podían haber sido mucho más graves. Al amanecer, con el sol muy bajo, hay que extremar las precauciones.

 

Pero pongámonos en situación: son las ocho de la mañana y me dirijo desde mi casa al trabajo. Circulo sólo, con cinco coches delante de mi a unos doscientos o trescientos metros y otros detrás más o menos a la misma distancia. Al poco, comienzo a ascender una pequeña loma. La carretera es buena, ancha, con arcén y con dos carriles en mi sentido para facilitar el adelantamiento a vehículos lentos. Pero hoy algo es diferente: el sol está tan bajo y situado de tal forma, que no veo absolutamente nada delante.

 

La carretera tiene un límite de velocidad genérico para ese tipo de vía de 100 km/h, pero me doy cuenta inmediatamente que circular a esa velocidad es jugarse el cocido, ya que tengo visibilidad nula. Comienzo a ralentizar mi velocidad soltando el acelerador y aprovechando que voy subiendo.

 

De repente, el sol deja de deslumbrarme al pasar debajo de un viaducto y en ese momento distingo delante un accidente en cadena de tres vehículos. El cuarto ha conseguido detenerse a tiempo ocupando la mitad del segundo carril. Freno todo lo que puedo pero aun así, mi velocidad todavía era demasiado elevada. Y mira que siempre intento tener presente esta frase: si no puedes detenerte en el trozo de carretera que estas viendo, es que vas demasiado rápido.

 

Analizo lo más rápido que puedo la situación, y veo que la mejor opción es meterse entre uno de los vehículos accidentados y el guardarrail que protege el pilar del viaducto que me ha ayudado a ver la colisión. Mientras me voy deteniendo, comienzo a pisar restos de plásticos y cristales y llega a mi olfato ese olor a accidente, mezcla de líquidos y metal caliente.

 

Veo que seré capaz de evitar la colisión encajándome en ese hueco, por lo que paso a preocuparme de lo que viene detrás. Fijo mi vista en el retrovisor y un Audi se acerca por mi carril. No tengo escapatoria si no frena a tiempo, por lo que rápidamente pongo primera y adelanto todo lo que puedo el coche, intentando ganar unos metros que pueden ser decisivos.

 

Por suerte, el conductor del otro vehículo también fue lo suficientemente precavido y subía despacio, con lo que consigue también evitar el accidente. Al momento, veo que una pareja de motoristas de la Guardia Civil bajaban por el carril contrario y ya están deteniendo sus motos y avisando al resto de los conductores. El peligro prácticamente ha pasado, pero ahora mismo, tengo un montón de factores que analizar de antes, durante y después del accidente.

 

Ya recuperados del susto de ayer, toca sentarse y recapacitar un poco sobre lo que ocurrió. Y lo que es más importante: intentar observar si en alguna de nuestras decisiones nos hemos equivocado y hacer que no se vuelva a repetir. Esto último es verdaderamente importante. De nada sirve hacer borrón y cuenta nueva, porque si nos vuelve a ocurrir lo mismo, volveremos a cometer los mismos errores.

 

La conclusión es que deslumbrados por el sol debemos reducir la velocidad todo lo que sea necesario. Si en vez de ir a 50 kilómetros por hora, hubiese circulado a una velocidad más elevada, ahora os estaría escribiendo esto esperando por el peritaje. Eso si, también hay que llevar un ojo puesto en el retrovisor, pues el accidente sobrevino porque uno de los vehículos que circulaba por detrás alcanzó a otro. Nos encontrábamos en una vía de dos carriles, y si llega a ir atento a su retrovisor, podría haberse cambiado de carril, evitando la colisión.

 

Además, una vez que me encontraba detenido, sabía que llevaba coches más atrás, por lo que inmediatamente procedí a mover el vehículo lo más rápidamente posible intentando aumentar mi distancia respecto al comienzo del accidente y evitando que me golpeasen por detrás.

 

Segundo: si nos hemos visto involucrados en el accidente, debemos ponernos a salvo con la mayor celeridad posible. Sin embargo, dos de los conductores se bajaron del coche y se pusieron a discutir a pie de carretera, con el consiguiente riesgo para ellos de que otros coches impactasen en cadena. Por suerte, la Guardia Civil pasaba por allí, y ellos se encargaron de señalizar el accidente y evitar males mayores, pero no siempre ocurre así.

 

Teecero: una vez puestos a salvo, deberemos intentar avisar a los demás conductores. En este caso, no habría más remedio que intentar caminar lo mas alejado de la vía en dirección a los coches que se acercaban, para avisarlos y que ralentizasen su marcha. Si no, se podría formar una colisión en cadena catastrófica.

 

Por último, lo más importante para evitar tener un accidente es prevenirlo. Por eso, hoy he ido a trabajar por otra carretera. Y así lo haré al menos hasta la semana que viene, que el sol se encontrará en otro punto del cielo menos peligroso.

 
 
Fuentes de la noticia

www.circulaseguro.com

 
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