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Noticia

- Cristo, me parece que mi moto me engaña.

 

- Pero, ¿qué dices, chico? ¿Cómo te va a engañar una moto? ¡Querrás decir que te falla!

 

- No Cristo no, quiero decir que me engaña, y no estoy loco, tengo motivos para decirlo. (Cristo me miró fijamente y se dio cuenta de que yo no estaba bromeando. Se reclinó en la butaca).

 

- Te escucho, cuéntame…

 

Estábamos sentados en la sala delantera del ferry que nos devolvía a Tenerife después de un fin de semana en las Palmas disfrutando como enanos de todas las motos reunidas en el “Viejas Glorias”. Además, Cristo estaba pasando aventuras con una vieja BMW R80 que se acababa de comprar en Fuerteventura y que llegó al sur de Gran Canaria a duras penas, llameando la noche con las coderas de los escapes rotas. Un fin de semana para no olvidar, vamos, ni para él con su nueva vieja moto ni para mí con lo que acababa de descubrir de la mía.

 

- Mira Cristo, yo me enamoré de mi moto nada más verla en una foto en el Solo Moto. Me emocionan las Guzzis porque mi primera moto fue una Guzzi de 65c.c. y después, aunque no volví a tener ninguna durante muchos años, siempre las había mirado con deseo.

 

- Llegó un momento hace ya casi diez años que estuve listo para comprarme una moto, y estuve hojeando revistas y viendo fotos por Internet hasta que, un día, la vi a ella.

 

- Me quedé casi sin aliento. Desde el primer momento supe que esa era la mía. Era la Moto Guzzi Breva STR 1100. Esa línea, esa cintura estrecha, ese amplio elegante depósito, esos dos grandes cilindros, orgullosos y levantados, prometiendo potencia y goce como los pechos de una mujer hermosa…

 

 

- Me puse a buscarla y la encontré, no en Italia, como había pensado, sino en Barcelona.

 

- Tomé el avión y fui a por ella. Desde que nos vimos, el amor fue inmediato. Allí mismo nos fuimos de viaje, por Francia y por Italia, y a la vuelta, después de tantos kilómetros juntos, no solo nos compenetrábamos sino que habíamos sentado los cimientos de una relación larga y duradera. 

 

- Hasta hoy, casi diez años después, hemos ido de viaje juntos, rodamos juntos cada día,  siempre la he tratado bien, le he dado todos los cuidados que necesita e incluso más,  y ella me ha respondido dándome alegrías y fidelidad…

 

- Fidelidad… No pude evitar un gesto amargo… Fidelidad, ¡eso creía yo!  ¡Me engaña! ¡Mira, Cristo!

 

Saqué del bolsillo un pen-drive, lo introduje en la ranura de la tablet y busqué un punto de una grabación. Enseguida se oyeron unas voces femeninas, una de ellas diciendo: “Le quiero. Le deseo y quiero que me monte otra vez. No puedo pasar sin él”

 

Paré la grabación. Cristo me miró con los ojos muy abiertos, sin entender que era aquello…

 

- Déjame que te explique. Pidamos otro café, lo necesito.

 

- Pues mira, acabo de cambiar el viejo Tom-Tom Rider que le compré a Caparrós hace un montón de años, por un nuevo Garmin Zumo con un montón de capacidades. No lo sé programar bien y me pierdo más de la mitad de las cosas que puede hacer, pero para grabar las salidas me vale… ¡O eso creía yo!

 

Resulta que el sábado noche para aprovechar el ambiente del Viejas Glorias, me quedé a dormir en el hotel Maspalomas Oasis, que tiene un garaje especial para motos, cuando llegué, ya habían allí bastantes motos, clásicas  de exposición y también otras de visitantes como yo. Dejé mi Breva aparcada entre una Harley y una BMW, en la una no me fijé mucho, no son muy de mi gusto, pero la BMW era una R69S preciosa, reconstruida y cuidadísima. Allí había muchas otras motos pero me fijé en algunas: Una Harley-Davidson cargadísima de cromados y accesorios, una preciosa Victory, una Ducati Multistrada… Una Monster 860, otra Diavel negra tuneada estilo Mad Max, una BMW R70, otra 800, una Ducati 24 horas clásica  (maravillosa moto!) una Montesa Brío 110, dos Triumph Bonneville T120, una Triumph antiquísima de los años 30, además de una docena o más de japonesas que no me fijé que marca eran. Total, contando mi Guzzi Breva, 50 motos o más. Ojo al dato, como decía JMGarcía, había motos de todos los países y sería muy difícil estar completamente seguro, sólo por el sonido, de cual es cada cual…

 

Sin darme cuenta, dejé el navegador encendido y grabando imagen y sonido, y mira lo que me encontré por la  mañana.  Te lo pongo desde el principio, escucha… (La cámara enfoca una pared de garaje, gris abajo, raya roja a media altura, blanco el resto. El garaje del Maspalomas Playa. Hay silencio, sólo se oye el clic-clic-clic de los escapes enfriándose, Se apaga la luz, seguramente por un temporizador. Al cabo de un par de minutos, en la oscuridad se oye una voz de mujer, muy fuerte, con mucho acento yanqui...

 

- Okay girls, ¿es qué ninguna va a decir nada? ¿What is the matter with you girls?

 

- ¡Cuántas hermanas había en el show! Y los chicos del Chapter, ¡vinieron casi todos! (Esta era otra voz, también con acento americano, distinta de la anterior) 

 

- Muchas hermanas, pero yo sigo siendo la que más extras lleva, jejejejejejejeje…

 

-Vosotgas las Hagleys sólo pensars en los extras y aksesorrios. Pego todas vosotgas muy jóvenes, no sois de calidad como nosotgas las alemanas, hay aquí hermanas de más de 60 años, bonitas y solidas como el primer dia. (El acento alemán de esta no dejaba dudas sobre su origen y marca, y sus palabras tampoco).

 

- Bah, nosotras somos la marca más antigua baby, mucho más que ninguna moto alemana, y somos más fuertes, mas grandes y más bonitas! (Las americanas son muy patriotas, pensé al oír eso)

 

- Pues yo soy la reina de mi expositsion (La misma BMW de antes, por la voz) Más de treinta motos tiene mi dueño y todas perrfektas, pero yo siemprre la mejorr… (Sonó una nueva voz)

 

- ¿Y estas felice al ser una entre tanti? ¿Cuántas veces al día sales a la strada con tu dueño? ¿Te cuida él o tiene sirvientes que te limpian el polvere? (La BMW calló, pero saltó otra voz, más bronca, más agresiva. Enseguida supe, aun que no pudiera ver nada, que era la Diavel)

 

- La Strada es mía, solo mía. Yo sono la más veloce, la mas forte y puedo adelantare a tutti lei senza problema. Es lo que importa, el spirito esportivo, la velocitá, la belleza del disegno. Cuando yo arranco forte, mi dueño tiene que fare forza para que mi ruota de avanti no vaya en el aria…

 

- Bueno, bueno señoras y señoritas, cada una de ustedes es lo mejor de su clase. (Esta era una voz calmada, perteneciente a una moto con cultura y con clase, se notaba, con un ligerísimo acento que al principio no supe diferenciar)

 

- No hay cruisers como vosotras, mis primas del otro lado del Atlántico, ni hay dudas de cuál es la moto más fiable del mundo, vosotras las bóxer siempre lo habéis sido, y mis amigas de Italia tienen la passione y la bel-lezza de vuestra hermosa tierra… estamos orgullosas de estar aquí con vosotras, y aunque tienes razón que al  ser una moto de exposición, no tenemos un dueño como vosotras, es una vida más tranquila. Yo tengo ya 77 años, y sobreviví a una guerra mundial y estuve más de 20 años abandonada hasta que mi dueño me cuidó para estar como ahora… El me quiere y me cuida, pero yo no podría salir a la ruta con él muchas veces ya… (Claro. Esta era la Norton 500c.c. de 1937 que sí estuvo en la II Guerra Mundial. Una pausa, un suspiro y una voz muy clarita que decía…)

 

- Yo sí que sé lo  que es amar y lo que es sufrir también. Yo tengo dueño, y también tengo “amo”. Y no son la misma persona. (Sollozó) Estoy muy mal, necesito una amiga…

 

- Aquí estamos, Girl. ¡Cuenta con todas las del chapter! ¡Live to Ride, ride to Live!.

 

- Te entiendo, querrida, estamos contigo, Malazza, cuenta, cuenta queremos saber. (Todas las voces con sus distintos acentos salieron en apoyo de la atribulada. Se vio que a las motos, igual que a las mujeres, lo que más les gusta es una boda, un bautizo o una historia de amor…)

 

- Mi dueño es bueno conmigo, estamos juntos desde hace muchos años y muchos kilómetros, nunca nos hemos caído, él me conoce y sabe hasta dónde llevarme y yo le respondo sin fallarle. Nunca me pasa de 5.000  vueltas, siempre me cambia el aceite a los 5.000 kilómetros, y me deja dormir en la entrada de casa, protegida de la lluvia y del frío.

 

- ¿Entonces, porqué tú no feliz? Tienes más que muchas motos del mundo! (Se oyó una voz con fuerte acento alemán)

 

 

La italiana, (por entonces yo todavía no sospechaba quien era ella) siguió sin responderle…

 

-Ya le conozco tanto… Cuando me monta, sé exactamente cuánto pesa, cómo me va a meter la primera, esperando un poco  para que la marcha entre suavemente, y como me va acelerando, y subiéndome de marchas, una tras otra, dulcemente, haciendo que cada vez yo gane velocidad y viaje esos kilómetros que se convierten en experiencias vividas juntos… Conozco su forma de inclinarme suavemente en las curvas, siento como él me escucha y me siente y me conduce con amor. No puedo quejarme, ¡me trata tan bien! (Y rompió a llorar) Confieso que... ¡Me he enamorado de otro!

 

- Oohh, Aahh, ¿cómo? ¡Cuenta, cuenta! (Todas las otras motos hablan al mismo tiempo, se tarda unos minutos en poder entender lo que dice la italiana)

 

- Una vez que mi Dueño se fue de viaje, me quedé sola en casa hasta que vino mi “amo”. Yo no le conocía, pero él tenía mi llave. Entró en el garaje pisando fuerte, se subió sobre mí, me quitó el stand de una patada, me metió la llave de un golpe y me arrancó retorciendo mi acelerador sin piedad hasta que yo bramé con todas mis fuerzas. Yo estaba furiosa, ¿cómo mi dueño le había dado mi llave a otro? ¡Como si yo fuera un objeto cualquiera! Entonces me sacó a la carretera y fue como si nunca antes yo hubiera rodado. (Había un silencio total en el garaje, todas estaban pendientes de sus palabras, no se oía ni el tintineo de un cilindro al enfriarse)

 

- Me abrió el gas hasta que saltó el corte de encendido, ¡eso nunca me había pasado antes! Me forzó a correr como loca, me apretaba el depósito con sus piernas y me tiraba en las curvas como si quisiera que rozase el suelo con mi manillar. Cada vez que frenaba yo sentía como sus partes se apretaban contra mí asiento y sus muslos apretaban mi depósito como si quisiera hundirlo, luego aceleraba sin piedad y yo saltaba y me sacudía como un potro salvaje, me puso a tope en la autopista y él se tumbó  sobre mí para ir más rápido, se apretaba como si quisiera fundirse conmigo y yo sentía su corazón latiendo acelerado a ritmo con las vueltas de mi motor… Yo aullaba de gozo y con él alcancé velocidades y sensaciones que mi dueño nunca me había hecho sentir.

 

- Cada noche mientras mi dueño estaba de viaje, mi “amo” me sacaba  a gozar. Sólo con verle entrar en el garaje, poniéndose los guantes, ¡ya mi aceite empezaba a calentarse! Una vez, ¡hasta arranqué antes de que el apretara mi botón! Menos mal que no se dio cuenta…

 

- Luego mi dueño volvió de viaje, y mi “amo” no me sacó más… Hasta la siguiente vez que mi dueño se fue de viaje y todo volvió a suceder otra vez. ¡Ya no puedo hacer más que  esperar que mi dueño se vaya, para que mi “amo” me saque a correr! Esto es un vivir sin vivir, me siento fatal, no quiero engañar a mi dueño, pero no lo puedo evitar…

 

-Pero, Darling, ¿quién es tu “amo”? ¿Cómo te puede usar y sacar sin que tu dueño lo sepa? (Ella seguía llorando desesperada…)

 

- Mi dueño le deja que me use, me regala como si yo fuera sólo un objeto, ¡una cosa sin sentimientos!

 

-Pero, mia cara bambina, ¡no llores! (Otra voz)

 

- ¿Quién es él que te trata así?

 

- ¡Es su hijo! (Lloró desesperada, mientras se oían murmullos…)

 

La pantalla de la tablet se iluminó de repente, alguien había entrado en el garaje y encendió la luz.

 

Se hizo el silencio… Paré la grabación

 

Cristo había estado escuchando con atención los pocos minutos que duró la grabación. Yo me quedé mirándole, esperando su comprensión. Pero Cristo puso cara de circunstancias, y me dijo:

 

-¿Sabes, Mauricio? ¡El cornudo es siempre el último en enterarse!

 

Relato patrocinado por TENERIFE CUSTOM CRUISERS Tu alquiler de motos en Tenerife

 
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El cornudo es siempre el último en enterarse. Por Mauricio Sedó

17 de Noviembre de 2016

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