¿Qué se puede hacer, si te quedas atrapado en un pueblito de "Heidi" en los Alpes? Enumera; leer mirando la dulce y serena lluvia, que plácidamente cae a través de las ventanas y balcones floreados, ver la televisión desde tu plácido sillón buscando algún canal internacional, charlar con tu familia de las cosas triviales de la vida, visitar la taberna de al lado, buscando amigos, acercarte al pub a oir música y matar el tiempo.

Todo eso es una repetición  del cotidiano, además una limitación condicionada. Ni me imagino quedar aislado en este pueblito con nieve abundante, una depresiva experiencia, seguro. Los 1400 habitantes de Andermatt, el pueblo al que hemos decidido conocer por fuerza mayor de los elementos, es un claro ejemplo de la vida en lo Alpino. Se fomenta la carpintería, la pintura, la jardinería, los trabajos  artesanos y los pocos servicios de tienda y restaurantes prohibitivos, que decoran las calles. Un simple café, cuesta 4,80€

En la mañana habíamos escapado de Davos, valle abajo, nos quedaba una jornada de cuatro passos. El primero Oberalpass, en el que detectamos un día gris, sin ganas de dejar pasar el sol y pinta de lluvias. Llegamos arriba. Y decidimos enfundarnos trae de agua. En breve se rompió el cielo de tormenta, rayos y truenos nos avisaron del poder de la montaña y el tiempo.

En decición unánime, omitimos el resto de passo, no place igual pasear bajo la lluvia, ni el pasaje te regala amabilidad. Y no acostumbramos a esos placeres, asi que nos ubicamos desde cerca del mediodía y decidimos escudriñar la vida de un pueblo Alpino.

Sigo sin ver niños, los deben tener protegidos y aislados en sus casas. Todas las casitas son de chocolate. Diferentes estilo de decoración y colores. Son bastante limpios y ordenados. El campanario suena cada hora y cada  equis tiempos da un repertorio de comunicación auditiva. 

El cementerio, se encuentra alrededor de la Iglesia, y en sus tumbas lucen las señales del tiempo. Las Iglesias son de puro arte Sacro y frescos. Pero no hay nadie. El supermercado es el lugar más concurrido, ante precios desorbitados de las tiendas y restaurantes, decidimos picnear y pasear en reconocimiento.

La tarde se estiró, de lluvias y claros. Los presagios para mañana son de tormenta, asi que nos vamos a "Jartar" paciencia y disfrute.

Después de montarla en los pasillos y habitaciones, decidimos plegar al dulce sueño.

Una rana enorme da saltos por la calle adoquinada, entre charquitos, nos sorprendió tamaño ejemplar. Se dirigía al pub del pueblo a echar copas. Y en esos lazos del destino, giró al ver nuestra curiosidad. Y acabó planchada debajo la rueda de un Cayenne. Ahí yace en la calle oscura llenando las listas de victimas aventureras. Triste final de escapada.

Sean Felices...

Feli Santana, desde el techo de Europa