"Preparados para competir" Asi reza el lema de una fábrica joven. De una marca que ha invadido el mercado de pasiones racing. KTM se rejuveneció en la década de los noventa. Con un pasado histórico interesante y sobre todo pujante. Hoy después de ver los secretos de la "Naranja Mecánica" puedo comprender lo que motiva esta revolución joven y ambiciosa...

La fábrica ha ido creciendo, y abriendo mercados a una velocidad sin treguas. Los destinos principal de sus productos son  Europa, América, india y Nueva Zelanda, con una producción de más de 40.000 motos en la década de los noventa y que con su renovación ha llegado a la cifra de 120.000 unidades en el pasado año.

Una media de 700 motos día salen de sus cadenas de montaje, incluyendo una cadena de Husqvarna. La factoría se divide en tras plantas; La fábrica de fundición de motores. La de investigación y desarrollo y la fábrica de montaje. Actualmente se construye el edificio donde estará ubicado, en un par de años, el Museo KTM. 

He de confirmar, que Mattingofen es a KTM, lo que Milwauke a las Harleys, o Borgo Panigale a Ducati. Todas estas marcas se han ido labrando un culto, a base de esfuerzo investigación y desarrollo técnologico, y los éxitos van avalados por una filosofía de vida. Destacar la juventud en las plantillas de fábrica parece una facultad. Orden, limpieza y control. Avalan además una pasión "Ready to Race". Sus titulos mundiales en motociclismo, sus objetivos. 

Mattingofen está a 50 kilometros al este de Salzburgo, a donde regresamos con la memoria fotográfica saturada de motores, piñones y ensamblaje.

Hoy el sol subió el carácter veraniego. Y los cuidados campos y bosques en la zona industrial, sigue dando su cara dulce y alegre ante días tan luminosos, con 32° y tarde libre. Vámonos a seguir descubriendo el centro de esta plácida ciudad. Sus parques, paseos y espacios están conectados por grandes calles, para enlazar los edificios clasicos a un lado del río y torres e iglesias al lado antiguo. De auténtica pasión cultural. Museos, teatros fundaciones, escuelas de Arte.

Una ciudad activa y turística en abundancia. Sus recovecos guardan los testigos de un pasado esplendoroso. Subir al Cerro del Imponente Castillo, con ciudadela, visitar la casa de Mozart, las catedrales, los cementerios de arte al culto de la muerte, puedes viajar en trolebus, taxi, o carro de caballos, aunque la mayoría lo hace en bici o pié.

Hay tanto que descubrir en esta hermosa ciudad que necesitaríamos mucho tiempo y relax. Al caer la tarde, volvemos extasiados de pateo al hotel. Unos compañeros nos contaron su visita a las Minas de Sal. Otros ascendieron en telesférico al nido de Aguilas. Y les cundió Salzburgo. Portentosa y amable, clásica y misteriosa, inmensa y serena. 

Los cascos de los caballos y carretas te transportan al medievo. Las Fuentes y su magnífico arte con el sonido del agua. Los violinistas y músicos clásicos amenizan los parques, deleitando a Mozart. Los campanarios, suenan diferente. Me decía Carlos, que lo ha escuchado varias veces al año. El acordeón con sombrero en las sombras de los chopos del parque, flautistas,  titiriteros, dibujantes, y ese color de las rocas de los edificios. Impregnadas de duro invierno y moho del pasado. Ese es su misterio...

Una ciudad limpia y encantada, a cuya fiel visita, acude la luna con su influjo, para compartir el pacto de belleza eterno. El río Saltsag sigue corriendo alegre, como evacuando y liberando todos los malos hechizos que enamoran sus calles.

Mañana, etapa reina. El paso de Grossglocknerpass. Todo un misterio en el cielo.

Sean Felices...

Feli Santana, desde el techo de Europa