El Club Turismoto volverá a organizar la concentración motera en enero de 2017

La concentración motera Pingüinos que durante 33 años se había venido celebrando el segundo fin de semana de enero en Valladolid regresará a la ciudad del Pisuerga, tras dos años consecutivos de parón, entre los días 12 y 15 de enero, tal y como ha confirmado en un comunicado el Club Turismoto, organizador del evento.

Asi lo acordó el Club Turismoto durante la celebración de su Asamblea General en la que de decidió retomar la concentración motera. La cita de 2016 no se llegó a organizar por problemas internos en el seno de la organización, lo que obligó al Ayuntamiento de Valladolid a poner en marcha una «Fiesta de la Moto» alternativa para mantener viva la «llama motera».

De esta forma la 34 edición de Pingüinos ya está anunciada por el propio Club, lo que llevó al alcalde de Valladolid, Óscar Puente, a confirmar su celebración este año para la que «trajaremos en todo lo que se pueda mejorar y aportar», al tiempo que avanzó que «las polémicas en torno a la ubicación se han terminado». En este sentido, explicó que Pingüinos «va a la parcela de la Hípica y eso es lo importante», el lugar para la celebración de la Fiesta de la Moto en 2016, ya que «el procedimiento judicial en marcha es sobre el permiso que se dio en la parcela que no se utilizó», por lo que «no afecta en nada a la celebración de 2017».

Por último, Puente insistió en que en la próxima edición «el Ayuntamiento va a estar implicado pero los organizadores son los de siempre». «El Ayuntamiento está para ayudar a que sea un éxito y recuperar todo el esplendor que ha tenido», concluyó.

La Asamblea de Turismoto sirvió para ratificar la expulsión de los hermanos Mariano y Pedro Parellada, y de la esposa del primero, María Teresa García, después de que se hubieran abierto sendos procedimientos de expedientes disciplinarios en los que «se recogen más de diez faltas graves cometidas contra los socios y el Club», según señalan fuentes de la organización que les acusan de actuar como si fuese «su cortijo privado» a pesar de las sentencias que, en primera y en segunda instancia, les quitaba la razón.