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Noticia

La Ruta Mototrans que este fin de semana ha recorrido, de norte a sur, las islas de Lanzarote y Fuerteventura, ha confirmado una vez más que el respeto al medio ambiente y el disfrute sobre dos ruedas no están reñidos. Y es que este evento, cada vez más arraigado entre los aficionados al off-road de Canarias, he dejado patente su compromiso y respeto por los lugares que atraviesa, algunos de los entornos con mayor protección medioambiental de las islas.

 

Motoristas de todas las islas, contagiados por la pasión de la aventura sobre dos ruedas se dieron cita el pasado viernes en Costa Teguise (Lanzarote) para participar en uno de los retos más atractivos del panorama motociclista de Canarias. Un evento proyectado por Borja Naranjo y ejecutado por un equipo organizativo que comparte la pasión por las dos ruedas, y la gasolina como otro más de los componentes de la sangre que circula por sus venas. Una forma diferente de hacer un turismo mimetizándose con un entorno del que el motorista se siente protagonista. Un nuevo modo de conocer a fondo los recónditos entornos naturales de las islas que, sin duda, se presenta como un reto físico y mental para alguien que no esté acostumbrado. Un reto que, como novedad, contaba con tres mujeres entre los 90 inscritos.

 

GALERÍA DE FOTOS DE LA ORGANIZACIÓN #JOSDANPHOTOS

 

Tras las verificaciones y los consejos de la organización, los participantes, pertrechados con elementos de navegación, desde el más sofisticado aparato que parecía sacado de la NASA, al más práctico road book fabricado con tubos y un tupperware de cocina, se disponían a iniciar el primer tramo del recorrido en el norte de la Isla de Los Volcanes. En grupos de tres como máximo, y divididos en las tres categorías participantes, Supertrail, 300K o Extreme, los participantes fueron adentrándose en los inusitadamente reverdecidos parajes de Lanzarote.

 

 

Trampas en forma de piconeras, piedras sueltas o senderos borrados por las lluvias fueron algunos de los obstáculos que los intrépidos valientes tuvieron que superar. Los niveles  de conducción e interpretación del road-book son muy diferentes entre los participantes y eso hizo que a veces se equivoquen y tuvieran que deshacer el camino andado. Pero este año la ruta contaba con un aliciente más, el horario estaba limitado por el salto desde Palya Blanca, en el sur de Lanzarote, hasta Corralejo en Fuerteventura, donde les aguardaban aún algunos tramos más, ya con la noche como compañera de viaje.

 

Y con la noche llegó uno de los momentos mágicos de la Mototrans 2015, el tránsito de las motos bajo las estrellas de una vía láctea que parecía reflejar en el cielo los arenales de las Cañadas de Melián. Un entorno único en el que el ensordecedor silencio se veía animado por el suave ronroneo de los motores al acercarse al punto de control. Un sonido que era precedido por los centelleantes haces de luces de las motos en su transitar por el último tramo de la jornada antes de llegar al Albergue de Cohombrillo.

 

En un goteo continuo los participantes fueron llegando a un albergue convertido en el mejor hospitality que se pueda encontrar. Y allí los motores fueron silenciándose y comenzaron a cobrar el protagonismo los compañeros, compartiendo tareas domesticas, de aseo o de construcción, preparando el lugar de reposo del guerrero. Turnos para cenar, y la ocasión de degustar un menú que para sí lo quisieran muchos hoteles. Y lo mejor; las tertulias contando los detalles del día. “Disfruté más que nunca… Las suspensiones me dieron problemas… Se me averió la luz… ¿Tu pasaste por esa piconera…? ¿Cuántas veces diste la vuelta…? Aquel tramo se me atragantó…” Pero al fin y al cabo es lo que todos y todas han venido a buscar, una aventura que les haga sentirse vivos y que les permita olvidarse por unos días de la rutina, del trabajo y del tedioso día a día. A pesar de que algunos llegaron más frescos que una lechuga al campamento, la velada fue corta y a media noche no quedaba más luz que la de las estrellas ni más sonido que el de un cercano “chunda-chunda” que llegaba amortiguado desde alguna fiesta cercana.

 

 

La segunda jornada, tras recoger el campamento, comenzaba de nuevo en las Cañadas de Melián donde una imponente legión de motos nos hacía recordar batallas entre ejércitos que a caballo, espada en mano, discernían las diferencias entre sus señores. Pero aquí el reto era otro muy distinto. Recorrer el itinerario marcado por la organización con la única ayuda de un libro de ruta o roadbook, debiendo pasar por los puntos de control establecidos.

 

Kilómetros y kilómetros por carreteras, senderos de montaña y muchas curvas para disfrutar de un entorno único con los camaradas de ruta, hasta llegar al destino final en el puerto de Morro Jable, al sur de la isla de Fuerteventura. Una experiencia impresionante que llevaba a los participantes a poner a prueba sus dotes de navegación y su control sobre la moto en escenarios irrepetibles: “Este camino es un camino de piedra, lo hicieron en 1914 para traer a Tuineje las piedras para construir la iglesia desde las canteras de Pájara”, comentaba un paisano que contemplaba el paso de las motos desde la orilla de un camino que si no fuera por el paso de ellos mismos para atender día a día su ganado o por pruebas como la Mototrans que lo recuperan aunque sea por un día, caerían en el olvido y en el más absoluto de los abandonos.

 

En ESTE ENLACE encontrarás más de 350 fotos de la Ruta Mototrans 2015

 

En Tuineje, punto intermedio de la jornada, un punto de avituallamiento de la organización esperaba a los participantes con fruta, bocadillos calientes y, para beber, nada de alcohol, refrescos, zumos de frutas y agua. Los que a este oasis llegaban, se permitían el lujo de descansar y aprovechar para intercambiar opiniones. Los que repetían evento comparaban con los años pasados y todos coincidieron que este año  se habían mejorado muchos aspectos de la prueba y el reto estaba siendo más duro que en la anterior edición, para alegría de casi todos.

 

Ya sea por senderos, caminos o por carretera, lo que no podemos negar es la árida belleza de la isla. Una belleza paisajística que invita a contemplarla sin prisas. Y el reto comenzaba a revelar su final, cerca de las dunas de Costa Calma donde sin embargo aún aguardaban sorpresas en forma de pinchazos, pero había que llegar como fuera, “porque el barco no espera por nadie”. Y ahí sale a relucir el auténtico espíritu de la Mototrans, la camaradería. “Salimos todo juntos y llegamos todos juntos, porque eso es lo único que importa; llegar”. Y lo demás es secundario. Cada uno lo hace a su forma, al ritmo que le permite su habilidad, y recorre el trayecto según aguanten las fuerzas.

 

 

Con el final a la vista, y con una gratificante paliza a cuestas, la cara de los participantes lo dice todo al llegar al arco de meta. Un final al que todos llegan felices. Orgullosos de haber superado el reto al recibir la medalla que les acredita como auténticos "finishers" que sellaban con la celebración con sidra y los aplausos de la organización, medios y público asistente.

 

Épica y leyenda. Así es la Mototrans. Rugidos de motores mezclados con la húmeda emoción de unas lágrimas que no se pueden controlar. Hombres, mujeres y máquinas compitiendo contra sí mismos. Porque la Mototrans es un reto contigo mismo. Un desafío a la capacidad de sacrificio de cada uno. Con la gasolina como hilo conductor de una pasión que contagia a todo el que tiene algo más que horchata en las venas. 

 

Los latidos de la Mototrans se amortiguan… Pero no será por mucho tiempo

 

¡Felicidades a todos los participantes! Nos vemos en el Ruta Mototrans 2016

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