19 de Junio de 2019
Se han escrito muchos artículos sobre la Yamaha MT-10, una moto que revolucionó, desde su lanzamiento, el mercado de las naked de alta cilindrada. Líneas agresivas, casi futuristas, con un tremendo motor derivado de su hermana R1, con la que también comparte un avanzadísimo desarrollo electrónico. Esta combinación de tecnología y diseño por parte de la firma de los tres diapasones también ha sido siempre el pilar fundamental de un éxito de ventas forjado en el boca a boca, fruto de la confianza y satisfacción de sus afortunados propietarios.
Con más de un lustro en el mercado, el motor crossplane de alto par motor y su ágil conducción siguen siendo el sello de identidad de la familia MT de Yamaha, modelos que han sabido conjugar, como ninguno, la atrevida filosofía de diseño, inspirada en el mundo underground de Japón, con el dinamismo que le confieren sus motores de alto par lineal, la gran agilidad y la elevada relación peso/potencia. El éxito de ventas ha sido tal que desde su aparición en el mercado europeo, Yamaha ha vendido 175.000 unidades MT (en todas sus cilindradas).
Además de la matriculación, el precio de 18.399 € incluye silencioso Akrapovic o cheque regalo 1.000€
La Yamaha MT-10 ha pasado por las manos de nuestro equipo de pruebas en varias ocasiones, tanto en Gran Canaria como en Tenerife, en este último caso en su versión Tourer Edition, pero la protagonista de esta prueba es la versión “pata negra”, esa que presume de apellido “SP”, lo que significa componentes premium y más emoción en cada golpe de gas. Una moto, independientemente de su versión, demoledora, y no sólo por la potencia absoluta de su motor, sino por una entrega de potencia absolutamente única gracias a su tecnología Crossplane.
Las principales diferencias entre esta versión “Sport Production” y la versión normal, si se puede calificar con este adjetivo a una máquina como la MT-10, vienen determinadas por contar con una exclusivas suspensiones con regulación electrónica Öhlins y una cantidad de ayudas electrónicas sorprendentes. A través de los menús y submenús puedes elegir entre dos modos “inteligentes” y tres manuales, lo que quiere decir que la adaptación a tu forma de conducir es perfecta. Tú eliges tus parámetros preferidos para cada situación y la unidad de control de suspensión (SCU) se encarga del resto.
Contamos asimismo varias curvas de potencia diferentes, un control de tracción con tres niveles de regulación y embrague antirrebote A&S. El cambio semiautomático quick-shifter, una maravilla que solo funciona a la hora de subir marchas, algo que decepciona en una versión “SP”, al igual que algunos de los mandos o la rueda de plástico de regulación del menú. Donde sí han acertado es en el tablero de instrumentos, que ahora dispone de una pantalla TFT a todo color que ofrece información legible e intuitiva en cualquier condición de luz.
Si a una R1 la despojamos del carenado y le ponemos un manillar alto, tenemos una MT-10. Así de clara es la evolución de esta naked que representa el escalón más alto de la marca de los tres diapasones. Entre las opciones del mercado de las grandes naked la MT-10 está entre el selecto ramillete de preferencias o de motos “aspiracionales”, esas con las que todos soñamos. Es la naked más potente fabricada jamás por la marca de los tres diapasones y además viene acompañada de una imagen agresiva, con ese inconfundible diseño con el que Yamaha llama a los usuarios para tentarlos al lado oscuro. Una imagen que la ha convertido en una moto de culto entre los amantes de las dos ruedas.
La MT-10 es una moto única. Una moto que no quiere saber nada de modas o tendencias. La “hypernaked” de la fábrica japonesa esconde muchos secretos; entre ellos la certeza de que vas a disfrutar como un niño tanto en las salidas por carretera como en los desplazamientos diarios por tu ciudad. A pesar de su poderoso motor derivado de la R1, la MT-10 es una moto 100x100 utilizable para el día a día. Sus 160CV pueden ser los más dulces de la historia de la marca. Una potencia dosificable, continúa y precisa que conjuga con una parte ciclo diseñada, más que nunca en la versión “SP”, para disfrutar, ágil y cómodamente de cualquier trazado. ¿Te resulta sugerente?
Puede que las deportivas, al viejo estilo, es decir, carenadas y con posturas de conducción exigentes, hayan pasado de moda, pero no así sus prestaciones, que se presentan ahora de una manera mucho más amigable y accesibles a cualquier usuario. Nuestra protagonista es una de esas naked que heredan el nivel más alto de tecnología y prestaciones. Y no de una moto cualquiera; de la R1, una de las hyperdeportivas más efectivas del mercado. Nadie puede poner en duda en ADN deportivo con el que Yamaha impregna cada una de sus motos. La actual familia MT de la firma de los diapasones hace gala de ello y la MT-10 es la culminación de la gama. Su chasis y suspensiones son similares al de su hermana más deportiva y hereda el motor de la R1, aunque sin bielas de titanio o llantas de magnesio; detalles prescindibles en el mundo real.
Además, para diferenciarte, no necesitas más que basarte en su atrevido diseño. Una moto que no sigue las líneas de ninguna otra del mercado, con un marcado carácter irreverente que, sin embargo, gana mucho en vivo. Desde los primeros kilómetros, su motor te cautiva. El excitante ronroneo del Akropovic (que viene de regalo con la moto) anuncia grandes momentos. La melodía no es estridente aunque sí sugerente. Una de las primeras sorpresas de la MT-10 “SP” es su dulce comportamiento en ciudad. Ninguna deportiva va a ofrecer tanta versatilidad como el máximo exponente de la familia MT. El bajo régimen para moverte callejeando es dulce, con un tacto casi eléctrico, y cuando quieres dejar atrás las aglomeraciones, la contundencia de su medio régimen te catapultará con una buena patada.
El recio chasis de aluminio y unas suspensiones que son lo mejor del mercado, garantizan un aplomo sobresaliente en cualquier situación, desde luego, siempre por encima de las capacidades como piloto del 99% de los usuarios. El motor Crossplane, que optimiza la tracción y facilita la aceleración juntando todas las explosiones del motor al girar el cigüeñal calado a 90°, en lugar de los 180° habituales en otros motores 4 en línea, no exige tanto oficio al piloto para trasmitir los 160CV al asfalto, ganando en seguridad.
Revisando las pruebas, hacía ya más de 2 años que nos subíamos en la MT-10 y poder volver a disfrutar de todo el empuje del Crossplane es una sensación que produce emoción a todo amante de las motos. La aceleración es prodigiosa pero tranquiliza saber la progresividad y el control absoluto que ofrece esta espectacular Yamaha. La MT-10 siempre avanza hacia delante, de eso se encarga la gestión electrónica, incluso cuando el firme no es el más óptimo. La posición de conducción, relajada, intensifica ese control sobre la rueda delantera y sólo has de centrarte en disfrutar de cada kilómetro en tu camino. Poder disponer de varios mapas de motor y de todo el arsenal de asistencias a la conducción hace que aumente tu confianza en una moto que, a pesar de su tamaño y potencia, la sientas como propia en pocos minutos.
La versión que nos ocupa en esta prueba, la “SP” -cedida para el reportaje por Yamaha Flick Moto- es lo más sofisticado y efectivo que puedes encontrar en su segmento, con una gran potencia extraordinariamente gestionada, una parte ciclo intachable, suspensiones y frenos de la máxima calidad y una electrónica que pone al acance de cualquiera una moto como la MT-10, haciéndola tan dulce o tan rebelde como cada uno guste. La versión “SP” pone la guinda a unos componentes, de por sí excelentes en la versión base. Además de una decoración más “atrevida”, y de una pantalla TFT de lo mejorcito del mercado, las suspensiones electrónicas Öhlins, horquilla y amortiguador, con regulación electrónica y auto adaptativa son los elementos que mas hay que valorar de esta “SP”.
El resto de componentes es común entre ambos modelos: Motor Crossplane CP4 de 998 cc, 160 cv a 11.500 rpm, 11,3 Kgm a 9.000 rpm, embrague antirrebote, frenos delanteros de 320mm con pinzas de 4 pistones y anclaje radial, cambio asistido para subir marchas sin embrague, control de crucero, amortiguador de dirección electrónico. En cuanto al calzado, lo normal en estos casos, 120/70-17 delante y 190/55-17 detrás.
La gestión del motor se puede configurar en tres curvas de potencia, el control de tracción en tres niveles de intervención además de poder desconectarse y, en el modelo que nos ocupa, se puede configurar y cambiar en marcha hasta 5 modos de funcionamiento de las suspensiones. Los modos A1 y A2 vienen preprogramados con settings adecuados para conducción deportiva y turística respectivamente. Los modos M1, M2 y M3 pueden ser cargados con nuestras preferencias en diferentes situaciones (o las preferencias de otros pilotos, si compartimos moto). Luego es sencillo pasar de una a otra configuración en marcha.
Por último tenemos 4 modos generales A, B, C y D en los que podemos cargar combinaciones del modo de potencia, control de tracción y ajuste de suspensiones para no tener que ir actuando sobre esos tres elementos, bastará elegir un modo general para obtener una de las combinaciones de entrega del motor, grado de intervención del control de tracción y dureza de suspensiones. Todo fácil de cambiar, eso sí, una vez que te has leído un par de veces los capítulos correspondientes del manual porque las posibilidades de regulación son tan amplias que se hace imprescindible estudiar un poco.
La suspensión inteligente de Öhlins te da lo que esperas de ella. En su condición de “auto adaptativa” aprecias claramente cómo se va endureciendo si vas incrementando el ritmo y frenando con más fuerza en zona de curvas, o relaja la amortiguación si pasas por zonas bacheadas. Además, la calidad habitual de los productos Öhlins se deja notar. Combinan de forma perfecta firmeza con capacidad de absorción de baches o el hundimiento perfectamente progresivo cuando lo necesitas. La parte ciclos en general, y las suspensiones en particular, van tan bien que el eficaz sistema de frenado se manifiesta como la parte más sensible del conjunto, algo que una bomba de mayor caudal podría solventar.
De su motor, pocos halagos más podemos hacer, posiblemente uno de los más completos del mercado. Su tacto es muy particular y siempre cunde más de lo que el piloto puede apreciar. Permite abrir sin miedo en cuanto pasas el ápice de la curva, con la moto aún inclinada. El par motor te hace replantearte tu memoria en las relaciones en las que sueles entrar en curva y constantemente descubres que esa “derecha” la puedes hacer en “cuarta” o que la “ese” ratonera que siempre te incomoda, la superas, sin problemas en “tercera”.
La manejabilidad de una moto con el peso y las medidas de la MT-10 es impresionante. A pesar de su corta distancia entre ejes su avance siempre es predecible, sin el menor movimiento en aceleraciones bruscas sobre firme deslizante y con un aplomo ejemplar en curva. La combinación de una moto cortita y un basculante con la extensión adecuada da la razón a los ingenieros de Yamaha que han sabido conjugar agilidad y precisión. Una naked de altas prestaciones que permite cambios de dirección y aceleraciones a fondo manteniendo siempre el tren delantero en su sitio y permitiéndote concentrarte en disfrutar.
Respecto a la versión estándar, la Yamaha MT-10 “SP” cuesta 2.700 euros más, una diferencia importante aunque, a nuestro modo de ver, está más que justificada. Sólo la diferencia de sensaciones que ofrece la suspensión inteligente de Öhlins merece la pena, pero además la pantalla TFT exclusiva a todo color y unos colores deportivos especiales, argumentan una diferencia que, distribuida en los meses en los que suele financiarse este tipo de motos, no es ninguna barbaridad.
En el mercado hay, por supuesto, otras opciones, aunque no tantas, no nos engañemos. Pero el conjunto que presenta Yamaha, aunando las virtudes del CP4 Crossplane con unas suspensiones Öhlins como las que monta esta “SP”, es algo único en el mercado. A la pregunta de “si es la hypernaked definitiva”, respondemos que “definitivo no hay nada”, pero su condición de tope de gama de la familia MT la hace ideal para aquellos que quieren seguir sintiendo sensaciones fuertes sin las exigencias de una radical súper deportiva. Una moto que seducirá tanto a quienes les gusta rodar a ritmo tranquilo como a aquellos que les gusta poner nerviosos a los de las radicales “RR”.
Si te ha gustado la MT-10, recuerda que Yamaha Flick Moto dispone de una unidad de prueba en versión “SP”. ¡Solicita tu prueba!
Prueba realizada por el equipo de Canariasenmoto